Mariano Rajoy durante la declaración institucional

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DECLARACIÓN INSTITUCIONAL EN MONCLOA

Rajoy avisa, tras el anuncio del fin de ETA, de que "no habrá impunidad" y dice que "los protagonistas no pueden ser los terroristas sino las víctimas"

Rajoy ha ofrecido una declaración institucional después de que ETA haya escenificado su final. El presidente ha querido que sus primeras palabras sean en recuerdo a las 853 personas asesinadas por ETA en estos 50 años y ha insistido en que "los terroristas no consiguieron ningún rédito por matar, tampoco por dejar de hacerlo hace ya algunos años y no van a obtener tampoco nada por anunciar su disolución".

Mariano Rajoy ha hecho una declaración institucional después de que la banda terrorista haya escenificado el fin de ETA. Sin variaciones en su discurso, el presidente del Gobierno ha insistido en que "no hubo ni habrá impunidad" y ha asegurado que "los crímenes de ETA se seguirán investigando, sus delitos se seguirán juzgando, y en su caso condenando y las condenas se seguirán cumpliendo".

"Hoy no es un día de celebración" ha dicho Rajoy que ha añadido que este viernes 4 de mayo es un "día de recuerdo" porque aunque "desaparece ETA, no el daño causado ni el dolor". Por todo ello, Rajoy ha querido poner el foco en las víctimas, en los 853 muertos que ha causado la banda terrorista en estos 50 años.

"Hoy cuando ETA por fin ha anunciado su desaparición es obligado que nuestro recuerdo sea para las víctimas, para todas, sin excepción, sin distingo y sin categorías porque a todas ha igualado en su fanatismo criminal la violencia. No hay lugar para las justificaciones ni para las excusas. Nada hay que justifique tanto dolor y ni tanta impiedad por eso hoy los protagonistas no pueden ser los asesinos sino las víctimas. No es solo una cuestión de humanidad, es sobre todo una cuestión de democracia".

Rajoy ha apelado a la democracia para elogiar la victoria sobre ETA. "ETA empezó a ser derrotada cuando la democracia española fue capaz de mirar a los ojos de las víctimas, de acompañarlas, de escuchar su voz y de reconocerse en ellas. España empezó a vencer al terrorismo cuando asumió que el único relato posible de la lucha contra ETA era el relato de las víctimas, el relato de la injusticia, de la crueldad, del totalitarismo de quienes pretendieron imponer por la fuerza y el crimen algo que los ciudadanos rechazaron".

Rajoy ha querido incidir en que ETA "no ha logrado ninguno de sus objetivos políticos, ninguno" y ha puntualizado: "Los terroristas no consiguieron ningún rédito por matar, tampoco por dejar de hacerlo hace ya algunos años y no van a obtener tampoco nada por anunciar su disolución".

El presidente del Gobierno ha tenido palabras de reconocimiento para la "labor infatigable desarrollada por la Policía, Guardia Civil y resto de cuerpos de seguridad".

Texto íntegro de la declaración institucional del Gobierno, que ha leído Mariano Rajoy:

"Quiero que mis primeras palabras esta mañana sean en recuerdo a las 853 personas asesinadas por ETA en cincuenta años. Me gustaría poder citar aquí y recordar por su nombre a cada una de ellas, aunque evidentemente no puedo hacerlo en este momento. Sí invito a toda la sociedad española a recordarlas, una a una, en la singularidad irrepetible de sus vidas arrebatas. Es el homenaje que hoy se merecen. No son una estadística más, son personas, únicas e irrepetibles.

Tenían, como todos nosotros, una vida ante sí con tristezas, alegrías, esperanzas y decepciones, pero no pudieron disfrutarla. Todo eso les fue arrebatado. Todos ellos fueron asesinados injustamente, cruelmente. Y a todos ellos les debemos hoy un recuerdo y un homenaje. A ellos, a sus familias y a esos cientos de españoles que pudieron sobrevivir a la violencia terrorista, pero que sufren para siempre las secuelas de esa crueldad.

Hoy, cuando ETA, por fin, ha anunciado su desaparición, es obligado que nuestro primer pensamiento sea para las víctimas. Para todas sin excepción, sin distingos y sin categorías, porque a todas ha igualado en su fanatismo criminal la violencia. No hay lugar para las justificaciones ni para las excusas. Nada hay que justifique tanto dolor ni tanta impiedad. Por eso hoy los protagonistas no pueden ser los asesinos, sino las víctimas.

No solo es una cuestión de humanidad, que lo es, sin duda alguna. Pero es sobre todo una cuestión de democracia. Porque ETA empezó a ser derrotada cuando la democracia española fue capaz de mirar a los ojos de las víctimas, de acompañarlas, de escuchar su voz y de reconocerse en ellas. España empezó a vencer al terrorismo cuando asumió que el único relato posible de la lucha contra ETA era el relato de las víctimas. El relato de la injusticia, de la crueldad, del totalitarismo de quienes pretendieron imponer por la fuerza y el crimen algo que los ciudadanos rechazaban.

La historia de ETA no es más que el relato de quienes pretendieron instaurar un régimen de terror porque era la única forma de conseguir unos objetivos políticos que no podían lograr de forma democrática. Y fue el testimonio de las víctimas el que desnudó de propaganda y de excusas huecas la auténtica naturaleza criminal del proyecto de ETA; el que lo privó de cualquier atisbo de legitimidad; y el que lo convirtió en algo, simplemente, detestable.

Ese es el relato que quedará para siempre de la historia de ETA, el fracaso inapelable de un proyecto político corrompido por la violencia; la historia del fracaso de la violencia frente a la grandeza de la democracia. Y todos los demócratas velaremos por custodiar ese legado que tanto sufrimiento costó a los españoles. Hoy ETA ha reconocido por fin, después de cincuenta años, que toda su historia ha sido un fracaso. No ha logrado ninguno de los objetivos políticos que se marcó en su larga historia criminal. Ninguno.

Los terroristas no consiguieron ningún rédito por matar, tampoco por dejar de hacerlo hace ya algunos años. Y no van a obtener tampoco nada por anunciar su disolución. Lo dije ayer y hoy lo repito. Los crímenes de ETA se seguirán investigando; sus delitos se seguirán juzgando y, en su caso, condenando; y las condenas se seguirán cumpliendo. No hubo ni habrá impunidad. Nada les debemos y nada tenemos que agradecerles porque ahora asuman que abandonan definitivamente la violencia. Han tardado demasiado tiempo en reconocer su derrota.

Quiero acordarme hoy también, como no puede ser de otra manera, de la labor infatigable desarrollada durante todos estos años por la Policía, la Guardia Civil y el resto de cuerpos de seguridad. También es obligado rendir homenaje al tesón de jueces y fiscales. Todos ellos han estado en la vanguardia de la lucha contra la banda terrorista, como lo han estado los medios de comunicación y muchas organizaciones cívicas. Todos ellos, animados por el coraje de la sociedad española y por la dignidad de las víctimas, han sido determinantes en la derrota de ETA. Hoy también es un día de satisfacción para todos ellos y de reconocimiento público a su labor durante todos estos años.

Permítanme también una mención a la Corona, siempre comprometida con nuestra democracia y siempre cercana a las víctimas. Y también a la política y a los presidentes de Gobierno que me han precedido en el desempeño de esta responsabilidad. Todos ellos se desvivieron en la lucha contra el terrorismo. Todos sufrieron la misma indignación y el mismo dolor ante tantos atentados. Quiero decir públicamente a ellos y a los que fueron sus ministros de Interior que esta jornada también es de ellos. Su labor, tan ingrata y poco reconocida durante años, rinde hoy sus frutos. Como ha rendido sus frutos y ha sido fundamental en la derrota de ETA la unidad de los demócratas.

Todas las formaciones políticas supimos estar unidas frente a los asesinos y sus cómplices, por eso hoy podemos decir con rotundidad que la democracia española ha vencido a ETA. Y esa victoria es patrimonio de todos. De todos los demócratas españoles, pero también de nuestros vecinos franceses y del resto de la Unión Europea que nos han ayudado en esta batalla. Me gustaría que esta declaración institucional no sea solo la posición de un Gobierno, sino el sentir inmensamente mayoritario de la sociedad española. Por eso, en los próximos días, el ministro de Interior convocará una reunión extraordinaria del Pacto Antiterrorista para analizar la situación que hoy se inicia.

Este pacto, bajo sus distintas formas, ha simbolizado, durante décadas, la unidad de los demócratas frente a los terroristas. Fue, en muchas ocasiones, nuestra respuesta firme para actuar como Nación en momentos de intenso dolor de la sociedad. Que sea ahora también el elemento de unidad de todos los que creemos en la democracia, en la Justicia y en España. Y termino ya. Hoy no es un día de celebración; es un día de recuerdo y homenaje a los que hoy no están con nosotros.

Desaparece ETA, pero no desaparece el daño que ha causado ni el dolor irreparable que tantas veces ha sembrado. Y tampoco lo hará la deuda de gratitud que todos tenemos con las víctimas del terrorismo. Desaparece ETA pero, como he dicho, sus crímenes se seguirán investigando; sus delitos se seguirán juzgando, y las condenas se seguirán cumpliendo. Porque las democracias responden a los crímenes con la Justicia y a la sinrazón del terrorismo España ha respondido con la fortaleza moral de una sociedad madura y decidida a defender su vida democrática. Hoy, afortunadamente, los españoles más jóvenes, y nuestros niños, no saben ni recuerdan qué fue ETA.

Afortunadamente, hace muchos años que sus crímenes dejaron de ser noticia. Afortunadamente, la historia de aquellos años de plomo les parece algo irreal, algo inconcebible. Pero aquello ocurrió. Por eso hoy tampoco es un día para pasar página, ni para bajar los brazos. Seguimos comprometidos en la lucha contra ETA, contra lo que hizo, contra lo que significó y contra lo que intentó llevar a cabo. Siempre velaremos porque nada de eso vuelva a suceder y porque nadie intente reescribir este pasaje de nuestra historia que está escrito con mucho sacrifico y con mucha dignidad.

Hoy, sin embargo, sí es un día para mirarnos con satisfacción como país y como sociedad. Para valorar nuestra perseverancia, nuestro coraje y nuestra fe democrática frente al terror. Para reconocernos como una gran nación que fue capaz de superar momentos de extraordinaria dificultad. Y para sentirnos miembros activos de una sociedad que sabe hacer frente a quienes, de una u otra manera, pretendan romper nuestra convivencia en paz".

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