María José, la novia del teniente agredido en Alsasua (Navarra) que se tuvo que marchar del pueblo tras el incidente, relató a las psicólogas que elaboraron un informe sobre su salud mental el miedo que tenía a acudir al juicio que se celebra estos días en la Audiencia Nacional: "En el juicio me van a comer". Dos peritos psicólogas de la acusación ejercida por María José han afirmado en el juicio contra los presuntos agresores que la joven sufre un estrés postraumático a raíz del altercado, y que de no haberse marchado de Alsasua por el aislamiento social del que fue víctima se habrían producido "consecuencias dramáticas", ya que presentaba síntomas suicidas.
Lo han dicho en la octava jornada del juicio contra siete hombres y una mujer que participaron supuestamente en la agresión a los dos guardias civiles y sus parejas en un bar de la localidad navarra en la madrugada del 15 de octubre de 2016, que ha acabado con la prueba documental, con lo que este jueves se iniciará la fase de conclusiones. Según han explicado las psicólogas, a raíz de los hechos la joven, que tiene ahora 21 años, sufrió llantos, náuseas, vómitos, crisis de angustia, insomnio y miedo, especialmente cuando ocurren acontecimientos que están relacionados con la agresión, como el juicio que se celebra estos días. "En el juicio me van a comer", les dijo a las peritos en una de sus entrevistas.
De hecho, en su declaración como testigo en el juicio, María José, que lleva residiendo en Alsasua desde los 3 años, dijo que desde ese día perdió su hogar y su vida y que todo el mundo se alejó. "Me aislaron totalmente, me hicieron la vida imposible", relató. Para las especialistas, antes del 15 de octubre la joven no presentaba síntomas de estrés y llevaba bien el rechazo social de estar saliendo con el teniente, una circunstancia que había asumido que ocurriría pero que estaba dispuesta a afrontar en vista de que se había enamorado del agente.
Sin embargo, como consecuencia de lo vivido, tuvo "dificultad para hacer actividades que antes hacía e imposibilidad de disfrutar de la vida", ya que sentía "impotencia, indefensión, traición y decepción". Tuvo también, según las peritos, una reacción "autolítica", es decir, "de querer morirse", que ha ido mejorando con la terapia que aún hoy recibe.
Ahora, han continuado, no tiene sentimientos de "rabia o venganza", sino más bien de tristeza, hasta el punto de que intenta ponerse en la piel de los agresores con "comprensión" e incluso "compasión" en su deseo de ser incluida en el grupo. "María José habla del rechazo social porque no puede hablar de la agresión, es un mecanismo de control interno" ya que la joven sigue padeciendo el estrés postraumático y no es capaz de hacer frente a lo ocurrido.
Volver al bar Koxka, donde se produjo la agresión, le costó un año y siete meses, lo que demuestra lo difícil que es para ella asumirlo. Sus afirmaciones contrastan con las de dos psiquiatras que declararon ayer por parte de las defensas de los acusados y que dijeron ante el tribunal que sus secuelas psicológicas no responden a la agresión, sino solo al aislamiento social al que se vio sometida luego. Hoy han declarado otras dos peritos médicos de familia, citadas en este caso por la defensa de uno de los acusados, que han expuesto que la rotura de tobillo que sufrió el teniente pudo obedecer a una torcedura y no a un golpe, al contrario de la médico forense de Pamplona que examinó a las cuatro víctimas, para quien tuvo "ser algo que impactara con ese tobillo directamente con alta energía".
Las médicos, que no inspeccionaron personalmente a los agredidos y basan sus conclusiones en el parte de lesiones posterior a los hechos, han afirmado que las dos parejas de los guardias no presentaban suficientes hematomas en el cuerpo como para haber sufrido una paliza de un grupo de veinte personas. "La situación de superioridad que se relata haría esperar un parte de lesiones más extenso, con más contusiones", han concluido, aunque luego han reconocido, a preguntas de la acusación, que sí a golpes de una persona o incluso dos.