La Cumbre Luso-española ha arrancado este sábado por la mañana en la localidad portuguesa de Guarda. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha sido recibido por el primer ministro portugués, Antonio Costa.
Las conexiones ferroviarias entre España y Portugal, la despoblación y el desarrollo de las regiones fronterizas, que han sido temas recurrentes en las Cumbres Ibéricas desde 1983, han vuelto este sábado a ocupar las sesiones de trabajo en esta XXXI Cumbre hispano-lusa de Guarda.
Sobre el estado de alarma en Madrid, el presidente ha mencionado sus conversaciones telefónicas con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y ha defendido su posición abierta a dialogar con el gobierno de Madrid, "nosotros no venimos a imponer, ni a tutelar, ni a juzgar", ha declarado.
Sánchez ha justificado la decisión del Ejecutivo porque no podían quedarse "de brazos cruzados" ante la situación "preocupante" en la región.
Sánchez ha señalado que espera que en los quince días que dura la alarma se pueda contener esta situación y ha insistido en que el Ejecutivo sigue "tendiendo la mano" al gobierno regional para "trabajar conjuntamente".
"Siempre nos vamos a poner en la piel de los que sufren esta pandemia; los profesionales sanitarios, los enfermos y enfermas y sus familias", ha querido dejar claro. Por ello, ha enfatizado la idea que la lucha contra el coronavirus es "una batalla epidemiológica, no ideológica".
España y Portugal buscarán proyectos conjuntos
Sánchez y Costa han mantenido una reunión bilateral en el marco de la cumbre luso-española que, según fuentes de Moncloa, ha sido "muy productiva" y en la que han repasado las estrechas relaciones bilaterales hispano-lusas, con especial atención a la Estrategia común de Desarrollo transfronterizo.
Ambos presidentes han acordado buscar proyectos conjuntos de ambos países que puedan ser financiados con fondos de recuperación europeos, en áreas como el desarrollo hidrógeno, la cadena de valor de las baterías, el desarrollo del 5G y satélites.
La niebla ha impedido que Sánchez y sus ministros, que viajaban desde Madrid en dos helicópteros, pudieran aterrizar en la zona prevista, y al final han tenido que hacerlo en Aldeia Viçosa, un pequeño pueblo cercano a veinte minutos en coche.