El policía municipal que rescató a Rocío Oña, una de las víctimas del Madrid Arena, ha dicho este martes en el juicio que la joven estuvo en parada cardíaca sin ser atendida por ningún médico durante 30 minutos y que cuando apareció un sanitario de la organización, le dijo muy nervioso: "Qué hacemos".
Mario García ha declarado como testigo en una nueva sesión de la vista oral que se celebra estos días en la Audiencia Provincial de Madrid, aunque ha precisado que no acudió como policía aquella noche sino a título personal.
Ha contado que cuando se produjo la avalancha ayudó a establecer un perímetro de seguridad para evitar que mas gente tratara de entrar en el túnel, al tiempo que hacía todo lo posible para sacar a los jóvenes que estaban atrapados pero no podía, pese a ser una persona corpulenta y ser ayudado por otros igual de fuertes que él.
"No éramos capaces de mover un ápice a las personas"
"Me di cuenta de que hacían falta muchas manos, era muy difícil mover a nadie, era imposible moverlos, no éramos capaces de mover un ápice a las personas que estaban metidas ahí", ha matizado.
En un momento dado, logró rescatar a Rocío Oña a quien tenía localizada porque estaba en una situación muy mala, sin estímulos, boca arriba con la boca abierta, con las pupilas dilatadas. "En cuanto podía me acercaba, hasta que tiré de ella y conseguí sacarla", ha explicado "por la impresión que me daba sabía que estaba muy grave", ha añadido el agente, quien ha dicho que tuvo que elegir entre dejarla ahí y seguir sacando a más gente o buscar algún médico para atender a Rocío.
Pese a reconocer que sabía que había un enfermería, el testigo ha dicho que no la llevó allí porque "todo estaba mal señalizado" y "eso era laberíntico". Además, pensaba que los medios sanitarios vendrían de la calle, por lo que trató de ir a buscarlos pero "avanzar con ella era imposible". "El que me veía con ella en brazos pensaba que estaba borracha", ha precisado.
Entonces, se topó con una barra de bar y con ayuda de un camarero comenzaron a hacerla maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) sobre la barra porque por los síntomas "tenía pinta de estar en parada". "Intentamos hacer buenamente lo que pudimos", ha aseverado.
A los pocos minutos, llegó el jefe de personal de Diviertt y encargado de las barras Miguel Ángel Morcillo que le preguntó qué pasaba, nada más. Hasta que llegaron cuatro chicos de Kontrol 34 y se la llevaron a un parking interno cerrado.
"Se desorientaron, no sabían cómo salir, pero habían pasado varios minutos", ha dicho. Por ese motivo, decidieron dejar a la chica ahí porque no podían tenerla más tiempo a cuestas.
"Me quedé con ella y les dije que se fueran a buscar un médico, justo cuando llegaron dos policías nacionales". "Uno de ellos me hizo el relevo porque seguía haciendo maniobras de RCP con calambres en los brazos y habían pasado 25 minutos", ha explicado.
Justo en ese momento, ha añadido, "entró un médico de la organización, un chico joven con una mochila cuadrada de primeros auxilios, estaba muy nervioso, tan nervioso que cuando llega se me queda mirando, le digo que esta en parada y entonces me dice: 'qué hacemos'". Le respondió que había sido socorrista y que conocía los procedimientos ante una emergencia pero a los pocos segundos entró el Samur por el pasillo.
"Me dijeron que no le estaba entrando el aire pese a las RCP porque tenía la tráquea aplastada", ha agregado. En total, pasó media hora desde que la rescató hasta que llegó el Samur.
El policía, que ha manifestado ser amigo desde hace quince años de los acusados Carlos Manzanares y Emilio Belliard -socios de Kontrol 34-, ha admitido que no tenía entrada para la fiesta del Madrid Arena pero que pudo entrar por otro acceso distinto al principal.
De hecho, allí se encontró con Manzanares y Belliard. Tras pasear por el recinto, llegó a la pista central alrededor de la 01.15 horas y vio que estaba vacía, no más de 40 o 50 personas. "La sensación que tuve es que 'vaya pinchazo que van a pegar aquí'".
Ahora bien, si se dio cuenta de que había varios vomitorios cerrados en la pista aunque no vio a nadie uniformado de la seguridad pero si con chalecos amarillos. Y ha concluido: "Jamás me he visto en una situación así en 11 años porque te faltan los medios y la coordinación para hacer lo que quieres, que es ayudar".