Total tranquilidad. Esa es la máxima con la que Mariano Rajoy aguarda a que Artur Mas consume su desafío soberanista, la consulta que pretende llevar a cabo el 9 de noviembre.
Cuando el presidente de la Generalitat firme ese decreto, Rajoy estará volando de regreso a España una vez terminada su visita oficial a China y durante la que ha estado al tanto de los movimientos de Mas en torno al momento en el que iba a hacer efectivo su llamamiento a las urnas.
El Gobierno aseguraba que estaba preparado para que lo hiciera en ausencia de Rajoy porque todos los resortes iban a empezar a funcionar de forma automática para que el Consejo de Ministros tuviera una cita extraordinaria en la que aprobar el recurso ante el Tribunal Constitucional.
Si no estaba Rajoy, la reunión sería presidida por Soraya Sáenz de Santamaría. Pero, finalmente, el calendario permitirá al presidente del Gobierno estar en esa cita. Y en ella hará lo que tiene que hacer, según ha comentado a los periodistas que cubren su visita oficial a China y a los que ha confesado ese ánimo de absoluta tranquilidad con el que afronta la apertura del proceso que pretende Mas.
Ese era el espíritu con el que viajó a Pekín. No puede decirse que sea, pues, consecuencia de su recorrido en esta jornada por la Ciudad Prohibida. Rajoy conoció, entre otros, el salón de la Armonía Suprema, la puerta de la Pureza Celestial y el Palacio de la Tranquilidad Terrenal.
Pero no hizo falta que se contagiara del espíritu zen que rezuman esas estancias porque asegura que esa tranquilidad con la que se enfrenta a las intenciones de Mas viene de lejos.
En concreto desde que en diciembre del año pasado las conociera y asegurara que, si pretendía hacerlas realidad, él respondería con la ley. Esa, para él, es la fuerza de su razón. Pero sus palabras sí han buscado en China nuevos argumentos con los que intentar convencer al presidente de la Generalitat de que aún está a tiempo de no cometer lo que considera una gran equivocación.
Desde Pekín, qué mejor forma de hacerlo que echando mano de dos proverbios chinos. El primero, con una llamada directa a que eche el freno a su hoja de ruta: "Es mejor volverse atrás que perderse en el camino". "La puerta mejor cerrada es aquella que puede dejarse abierta", ha sido el segundo aserto con el que Rajoy ha obsequiado a Mas la víspera de que el Diario Oficial de la Generalitat publique la ley de consultas.
La línea trazada por Mas no parece que vaya a variar tras estas apreciaciones del presidente del Gobierno y, por tanto, mañana habrá convocatoria, el lunes recurso del Consejo de Ministros ante el Tribunal Constitucional y, en cuanto esta institución decida, un panorama que se antoja bastante predecible aunque con algunas incógnitas de cara al futuro.
Rajoy pondrá fin a su viaje a China con una visita a la Gran Muralla, una construcción que separaba feudos o estados chinos que más tarde se unificaron y llegaron a conformar lo que hoy es el país asiático. Rajoy no quiere que el decreto del 9N sirva para levantar una muralla entre Cataluña y el resto de España, y por eso dice oponerse a la consulta.
Lo ha comentado en numerosas ocasiones en los últimos meses poniendo como ejemplo lo que se busca en la Unión Europea: más integración y menos fronteras.