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PIERDE LA PORTAVOCÍA DEL PARTIDO
Soraya Sáenz de Santamaría gana Administraciones Territoriales, pero pierde la Portavocía
La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, repetirá como vicepresidenta del Gobierno y ministra de la Presidencia. Eso sí, pierde la Portavocía del Gobierno pero a cambio será también ministra de Admnistraciones Públicas. También retiene bajo su tutela al CNI.
Soraya Sáenz de Santamaría sigue siendo la "vice". Pierde la portavocía pero suma al Ministerio de Presidencia las competencias relativas a administraciones territoriales, y eso la sitúa como la abanderada del Gobierno para hacer frente al desafío secesionista de Cataluña.
Se trata de una prueba de confianza de Rajoy hacia quien conservará el número dos del escalafón del Gobierno como respuesta del presidente a la lealtad que ella asegura que le ha mantenido en todo momento, desde aquel día en que entró en el Palacio de la Moncloa como aspirante a un puesto de trabajo y salió como una de sus asesoras.
Tiene que remontarse dieciséis años para rememorar esa cita en la que, siendo ya abogada del Estado, pasó a formar parte del equipo de un Rajoy entonces vicepresidente de José María Aznar. Y hasta ahora, cuando esta vallisoletana hija única ha seguido a su lado en el Gobierno y en la oposición, avanzando primero de puntillas como en los pasos de ballet que dio de pequeña y pisando fuerte después en cargos diversos en el Partido Popular, como secretaria de política autonómica y local del PP y portavoz del grupo popular.
Esa etapa en el Congreso, donde confesaba que le subía la adrenalina, con sus rifirrafes dialécticos con la entonces vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega y después con su sucesor, Alfredo Perez Rubalcaba, fue la que le permitió que los ciudadanos la situaran ya como uno de los valores en alza del PP.
La identificaron como "la niña de Rajoy", que, con 40 años, recibió en 2011 el encargo de liderar el traspaso de poderes del gobierno socialista. Lo hizo teniendo que renunciar a horas junto a su hijo Iván, del que muestra orgullosa una foto en cuanto tiene ocasión, nacido nueve días antes de las elecciones del 20 de noviembre en las que Rajoy consiguió su mayoría absoluta.
Esa noche electoral, cuando la cúpula de PP respondió a la petición de sus seguidores de que botaran como muestra de alegría en el balcón de Génova, el presidente "in pectore" animó a hacerlo a todos los que le acompañaban. "Todos menos Soraya", comentó tras su reciente alumbramiento. Su acumulación de poder fue visto con recelo allende las fronteras del PP.
Pero incluso en el seno del partido son muchas las voces que apuntan que su relación con la que ahora va a ser compañera en el Gabinete, María Dolores de Cospedal, deja que desear, o que los ministros más veteranos, agrupados en el denominado G8, no le han facilitado su labor. Han sido casi cinco años en los que se ha puesto al frente de crisis como la del ébola o el secuestro de españoles por yihadistas; cinco años en los que, en un gesto muy característico de ella, se ha arremangado para ser la voz del Gobierno en decisiones difíciles para la ciudadanía en medio de la crisis económica.
Ahora va a tener que seguir arremangándose ante la complicada tarea encomendada por Rajoy de llevar las relaciones con las comunidades autónomas y, en especial, con Cataluña. Sáenz de Santamaría ha tenido que responder tras los consejos de ministros a muchas preguntas de los periodistas sobre los casos de corrupción, entre ellos el que afecta a la persona a la que sustituyó para hacerse por vez primera con el acta de diputada: Rodrigo Rato.
Era mayo de 2004, y el exvicepresidente abandonó el escaño para acceder a la dirección del FMI. Pero uno de sus momentos más amargos no lo tuvo que afrontar sentada en su despacho, sino en su domicilio, cuando junto a su familia fue el objetivo de un escrache para protestar por los desahucios.
Ella, que aseguró no conocer lo que de verdad es un marrón hasta que llegó a la política, no interpretó como tal que Rajoy le encomendara ser su sustituta en el debate televisado a cuatro que hubo antes de las elecciones del 20 de diciembre y en el que se tuvo que medir con Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias.
Un debate enmarcado en una de las campañas en las que los políticos más se prodigaron en los medios de comunicación y que dejó imágenes como la de la vicepresidenta bailando en un programa de televisión. No ha habido prácticamente entrevista en la que no haya tenido que responder a la pregunta de si se ve en algún momento como candidata a la Presidencia del Gobierno.
Nunca ha contestado afirmativamente, pero sí que ha mostrado su convencimiento de que llegará un día en que será una mujer la que presida las reuniones del Consejo de Ministros. Si ahora, al inicio de un nuevo mandato de Rajoy, se le vuelve a preguntar, tiene fácil contestar con una de sus frases favoritas: no hay que merendarse la cena.
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