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Sentencia Tribunal Supremo
Sentencia del 'procés': ¿Qué pasa ahora con Carles Puigdemont?
El juez Pablo Llarena debe decidir por qué delitos dictaría la euroorden, porque Carles Puigdemont sigue procesado por rebelión, un delito descartado de plano por la Sala en la sentencia del 'procés'.
- Lo previsible es que la Fiscalía pida reactivar las euroórdenes más pronto que tarde
- Si el TJUE no da la razón a Junqueras, se reforzaría una petición de detención contra Puigdemont
Con la condena a prisión por sedición para los líderes del 'procés' y a la espera de saber cuándo moverá ficha la Fiscalía, se abre un nuevo interrogante que afecta al que ha sido el gran ausente del juicio. Huido de la Justicia desde hace dos años, ahora lo que toca saber es: ¿Qué pasa con Carles Puigdemont? El momento ha llegado.
El Supremo ha dictado sentencia y en ella considera probado que el exvicepresidente de la Generalitat Oriol Junqueras cometió un delito de sedición en concurso con un delito de malversación durante el proceso independentista de Cataluña en el otoño de 2017.
La sentencia de 493 páginas menciona en apenas 18 ocasiones a Puigdemont, siempre como referencia de declaraciones escuchadas en la vista oral, lo que ahonda más en su condición de principal ausente de este procedimiento judicial.
La resolución del Supremo, que condena a penas de entre 9 y 13 años de prisión a los líderes del 'procés' que no huyeron, ofrece elementos solventes, a juicio de fuentes jurídicas, para que el juez instructor, Pablo Llarena, pueda optar por cursar nuevas órdenes de detención y entrega de Puigdemont y otros seis procesados fugados: Toni Comín, Meritxell Serret, Lluís Puig (Bélgica) Clara Ponsatí (Escocia) y Marta Rovira (Suiza). Un escenario para el que el expresident ha dicho estar preparado.
La cuestión es si, una vez estudiada la sentencia, Llarena opta por dictar nuevas órdenes de detención o si, por el contrario, decide esperar a que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) se pronuncie sobre la inmunidad alegada por Junqueras cuando resultó elegido eurodiputado pero no pudo adquirir formalmente esa condición.
Llarena también debe decidir por qué delitos dicta la euroorden, puesto que Puigdemont sigue procesado por rebelión, un delito descartado de plano por la Sala en esta sentencia. Las fuentes resaltan la importancia del asunto de Junqueras, elevado por el propio Supremo al TJUE, que este lunes celebra una vista sobre este caso.
Si el tribunal con sede en Luxemburgo no da la razón al exvicepresidente de la Generalitat, esto reforzaría una eventual petición de detención y extradición de Puigdemont, que también fue elegido eurodiputado y tampoco accedió al acta.
El escenario, por tanto, sigue situándose en el Tribunal Supremo, en el despacho del juez Pablo Llarena, y en Waterloo (Bélgica), donde Puigdemont (procesado en rebeldía) ha visto el juicio desde la distancia, consciente de que un fallo condenatorio podía volver a situarle en la casilla de salida. Por el momento, la pelota está en el tejado de la Fiscalía, que es quien tiene que pedir a Llarena que ponga en marcha el engranaje para traerle a España.
Otras fuentes abogan por la prudencia e indican que hay que estudiar la sentencia con detenimiento, si bien lo previsible es que el ministerio público se incline por pedir las euroórdenes más pronto que tarde. Después, le tocará al magistrado instructor -alejado de la causa desde hace meses- determinar cuándo y cómo mueve ficha.
Su experiencia con las euroórdenes no ha sido como él esperaba. Tras varios batacazos que pusieron en duda la colaboración y el compromiso de países vecinos, Llarena acabó por retirar todas las órdenes europeas de detención y esperar a ver cómo avanzaba el juicio contra los otros acusados.
La mayor decepción vino de Alemania, cuando el tribunal regional de Schleswig-Holstein rechazó entregar a Puigdemont por rebelión y solo admitió por malversación, una línea roja para Llarena, que lo rechazó de plano. Tampoco tuvo éxito en Bélgica, que rechazó las euroórdenes contra varios exconsellers por un error de forma que el juez español nunca compartió.
A la Justicia escocesa y a la suiza no les dio tiempo siquiera a pronunciarse. Fue la jueza de la Audiencia Nacional Carmen Lamela quien cursó las primeras órdenes de detención contra los fugados, y lo hizo ante las sospechas de delito. Llarena fue el segundo; él ya vio indicios razonables. Y ahora, según precisan las fuentes consultadas, la sentencia da aún más elementos de solidez para volver a intentarlo. Sigue siendo una incógnita cómo acogerán estas eventuales peticiones Bélgica, Escocia y Suiza, donde además de Rovira está la exdiputada de la CUP Anna Gabriel, procesada por desobediencia y a quien Llarena nunca reclamó internacionalmente.
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