La publicación el 14 de octubre de la sentencia del 'procés', que implicó penas de hasta 13 años de cárcel para nueve líderes independentistas, provocó una sacudida política en Cataluña que se tradujo en protestas callejeras, cortes en la red viaria y otros problemas.
Aeropuerto bloqueado
Horas después de la publicación de la sentencia, miles de personas bloquearon los accesos al Aeropuerto de Barcelona-El Prat, que tuvo que cancelar decenas de vuelos. Tsunami Democràtic, una plataforma con una dirección en la sombra surgida a principios de septiembre, se estrenó organizativamente ese 14 de octubre. A su movilización se sumaron los CDR. La jornada dejó imágenes insólitas, como la de centenares de personas recorriendo a pie, en bici o en patinete los 15 kilómetros que separan el centro de Barcelona del aeródromo; pero también registró las primeras cargas de la policía contra manifestantes.
Barcelona, entre las barricadas y el fuego
El día después de la sentencia, los CDR tomaron el relevo al Tsunami como motor de la movilización. Su primera convocatoria fue ante la sede de la Delegación del Gobierno en Barcelona, donde, en paralelo, las entidades ANC y Òmnium habían pedido dejar velas en solidaridad con los condenados. La actuación de grupos de violentos motivó la intervención policial y la noche acabó en una batalla campal en el Eixample de Barcelona, que se llenó de hogueras y barricadas. En las tres noches que siguieron se repitieron escenas similares, pero el clímax del caos llegó el viernes en plaza Urquinaona. Allí, la Policía usó gases lacrimógenos y algunos manifestantes arrancaron adoquines para agredirles. Ese día, los Mossos d'Esquadra usaron por primera vez la tanqueta de agua para dispersar. Al final de la semana el balance fue de 600 heridos, entre ellos un policía muy grave y cuatro manifestantes que perdieron un ojo, 28 encarcelados y daños por más de 2,5 millones de euros.
Los violentos ocultan las protestas pacíficas
Los incidentes en las movilizaciones nocturnas de los CDR eclipsaron esos días los planes que tenían preparados la ANC y Òmnium Cultural, con el aval de los socios del Govern, JxCat y ERC. El miércoles 16, cinco columnas convocadas por la ANC y Òmnium -y a las que también Tsunami Democràtic llamó a sumarse- salieron de diferentes puntos de Cataluña para confluir, tres días y cien kilómetros después, en Barcelona. Las llamadas "Marchas por la libertad" llegaron el viernes por la tarde a Jardinets de Gràcia, donde también había una manifestación con motivo de la huelga general convocada por varios sindicatos independentistas en protesta por la sentencia del 'procés'. La movilización, que según la Guardia Urbana reunió a más de medio millón de personas, transcurrió en un ambiente festivo y familiar, ajena a los disturbios que, a escasa distancia, protagonizaron centenares de jóvenes manifestantes esa misma noche.
Torra, el presidente al mando de la policía animando las protestas
Esa semana de disturbios evidenció las dificultades del presidente de la Generalitat, Quim Torra, para conjugar su papel institucional y su defensa del activismo más reivindicativo. El primer día de las protestas, Torra aplaudió las movilizaciones contra la sentencia, incluida la del aeropuerto, y en las jornadas posteriores evitó condenar los incidentes provocados por los CDR. Mientras voces de JxCat ya empezaban a sumarse a las peticiones de dimisión del conseller de Interior, Miquel Buch, y de la cúpula de los Mossos por las cargas contra los manifestantes, Torra evitaba cualquier condena explícita de los disturbios y, puertas adentro, se quejó amargamente de la actuación policial. Semanas después, incluso instó a Buch a abrir una investigación interna para depurar responsabilidades por los posibles excesos policiales. Al filo de la medianoche del miércoles 16, después de dos días de choques entre CDR y Mossos en Barcelona y otras ciudades catalanas, Torra se vio obligado a comparecer públicamente para condenar la violencia, de la que culpó a "grupos de infiltrados y provocadores".
Imaginando nuevas protestas
La escalada de tensión en las calles se frenó el sábado 19 gracias a la intervención de un grupo de personas, algunos con chalecos de la plataforma "En peu de pau", que en una nueva convocatoria de los CDR en las inmediaciones de la Jefatura de la Policía Nacional hicieron un cordón entre los encapuchados y la policía. Sentados en el suelo, en actitud festiva y al grito de "fuera, fuera", consiguieron neutralizar a los violentos que en varias ocasiones lanzaron latas y botellas a la línea policial. Esa noche no hubo batalla y tampoco al día siguiente, cuando unas mil personas arrojaron bolsas de basura ante la Delegación del Gobierno en Barcelona, esta vez convocados por "Pícnic per la República", otra de las plataformas de movilización que ha aparecido en las redes sociales a raíz de la sentencia del 'procés'.
Movilización en campaña y contra el rey
Las protestas fueron moderando su intensidad en los días posteriores, hasta llegar al fin de semana del 26 y 27 de octubre, cuando Barcelona fue escenario de dos manifestaciones de signo muy distinto, a las puertas de la campaña electoral del 10-N. Los primeros en salir, el sábado, fueron los independentistas, que según la Guardia Urbana reunieron a más de 350.000 personas en la calle Marina. Al día siguiente, Societat Civil Catalana congregó a 80.000 contrarios a la secesión en paseo de Gràcia.
Ya en plena campaña electoral, el lunes 4 de noviembre, los CDR volvieron a movilizarse, esta vez contra la presencia del rey Felipe VI en Barcelona, con motivo de los premios Fundación Princesa de Girona. Entre quienes cortaron la avenida Diagonal, para protestar por ese acto, había representantes de ERC, JxCat y la CUP. A lo largo de la campaña, los CDR se movilizaron de forma puntual para protestar en mítines de los socialistas -por ejemplo, cuando Pedro Sánchez cerró campaña en Barcelona-, de Vox y también en actos de ERC y JxCat. También durante esos días cobró relevancia la acampada promovida por un grupo de jóvenes autodenominado "Generación 14-O" en la plaza Universitat. Sus reivindicaciones no se ciñen a la causa independentista, sino que también tienen un fuerte componente social, feminista y ecologista. La Junta Electoral rechazó ordenar su desalojo porque no pedían el voto para ningún partido concreto.
Tsunami Democràtic reapareció en vísperas de las elecciones, desafiando a la Junta Electoral, con la convocatoria de actos políticos durante la jornada de reflexión. El más multitudinario tuvo lugar en Barcelona, donde se instaló un escenario en plaza Universitat y en el que se alternaron discursos políticos y actuaciones musicales. En los días precedentes se especuló sobre posibles incidentes -incluso con supuestos planes para ocupar colegios electorales- que finalmente no se produjeron.
Frontera bloqueada
La resaca de la jornada electoral llegó acompañada de una consigna: "Todos a La Jonquera". De este modo Tsunami llamaba a bloquear la frontera entre España y Francia a la altura del Pertús. Centenares de personas acudieron a la llamada y pasaron la noche en la carretera, que tuvieron cortada durante más de 24 horas, lo que provocó malestar entre los transportistas afectados y pérdidas de hasta 15 millones de euros, según la Confederación Española del Transporte de Mercancías. En la segunda noche, desplazaron la protesta hacia la AP7 a la altura de Girona, donde hubo conciertos hasta entrada la madrugada. Por la mañana del día 13 desconvocaron, si bien un grupo de personas se desmarcó e intentó, sin éxito, mantener la protesta. En paralelo, durante esas noches los CDR llamaron a bloquear los accesos a Barcelona, lo que provocó largas colas de personas que entraban o salían de la capital catalana al término de su jornada laboral.