Trump Salud
El agua fluorada, ahora en la diana de Donald Trump
El secretario de Estado de Salud Robert F. Kennedy inicia una cruzada contra la fluoración del agua en Estados Unidos pero la Asociación Dental Americana ha afirmado que la fluoración del agua reduce la caries dental al menos en un 25% en niños y adultos.

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Entre el 60 y el 80% del agua que se consume en Estados Unidos está enriquecida con flúor. Es una práctica que se realiza desde 1945 como una medida de salud dental. La fluorización, según los especialistas, evitaría hasta en un 25% la aparición de caries sobre todo en los más pequeños.
El flúor se ha convertido en el nuevo caballo de batalla médico de la Administración Trump. El Secretario de Estado de Salud Robert F. Kennedy Jr., reconocido antivacunas, ha iniciado una gira por los estados del suroeste pidiendo a los estados que prohíban el flúor en los suministros de agua potable. Utah ha promulgado ya una ley que entrará en vigor en mayo que erradica esta práctica y Kennedy lo aplaude: "No tiene sentido tenerlo en nuestro suministro de agua. Y estoy muy orgulloso de este estado por ser el primero en prohibirlo. Y espero que vengan muchos más". Hasta ahora las autoridades sanitarias de Estados Unidos consideraban la fluoración del agua como una de las grandes medidas de prevención del siglo XX.
No hay base científica que lo desaconseje
La Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA) ha emitido un comunicado en el que se informa de que la institución revisará nueva información científica sobre los posibles riesgos para la salud del flúor en el agua potable. Lee Zedin es el administrador de la agencia y lo justifica así: "Se revisó por última vez en julio de 2024, pero han ocurrido muchos cambios desde entonces". Muchas asociaciones de dentistas cuestionan la base científica que desaconseja la fluoración del agua y afirman que los niveles que se utilizan no son perjudiciales en absoluto. Sin embargo la controversia en torno a este asunto viene de lejos, se remonta a la década de 1950, cuando circulaban teorías conspirativas sobre si esta práctica era un complot comunista para causar daño cerebral.
Es la penúltima polémica sanitaria de la Administración Trump que coincide con los fallecimientos por sarampiónde dos niños sin vacunar en Texas. Kennedy había relacionado el brote con los malos hábitos alimentarios y había abogado por medidas alternativas, como el aceite de hígado de bacalao, sin ningún rigor científico. Finalmente y ante la enorme presión social y científica ha reculado, aunque solo en parte, y recomendó las vacunas dejando muy claro que se trataba de una cuestión personal de cada uno y subrayando la existencia de efectos secundarios.
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