El presidente de EEUU, Barack Obama, y el Papa Francisco han celebrado una reunión privada en el Despacho Oval tras la ceremonia oficial de bienvenida ofrecida al pontífice en la Casa Blanca. Minutos antes de las 10.30 hora local (14.30 GMT), Obama y el papa salieron caminando de la residencia presidencial hacia el Despacho Oval, seguidos de cerca por un traductor del Vaticano. Los periodistas pudieron entrar brevemente en el Despacho Oval al comienzo de la reunión, pero ni Obama ni el santo padre respondieron a las preguntas de los reporteros sobre la crisis de refugiados sirios ni precisaron sobre qué iban a dialogar. El presidente hizo una pequeña broma y comentó que los periodistas acreditados del 'pool' de la Casa Blanca se estaban comportando "mucho mejor" de lo normal.
En la ceremonia oficial de bienvenida, celebrada en los jardines de la Casa Blanca, tanto Obama como el papa pronunciaron sendos discursos y actuó el coro de góspel de la iglesia de San Agustín, la más antigua de la comunidad católica negra de Washington. Al final del acto, Obama, su esposa, Michelle, y el pontífice subieron al balcón de la Casa Blanca para saludar a los invitados.
En su discurso, el papa Francisco se presentó como un "hijo de familia de inmigrantes" e instó, en un país construido "en gran medida por familias así", a admitir que "el sistema" de vida vigente genera millones de excluidos. Obama, por su parte, destacó el "inestimable apoyo" del papa al proceso de acercamiento entre EEUU y Cuba, así como su mensaje de misericordia con los refugiados y los inmigrantes.
Tras la reunión en el Despacho Oval, decenas de miles de personas que esperaban en los jardines del National Mall, la gran explanada del centro de Washington, han ovacionado al Papa Francisco. Ha sido la mejor oportunidad del ciudadano de a pie de ser testigo de la visita del pontífice a la capital estadounidense, y la mayoría esperaba desde la madrugada en un recinto vallado, protegido por fuertes medidas de seguridad, entre la Avenida Constitución, al sur de la Casa Blanca, y las calles 15 y 17 de la ciudad.
Aunque los asistentes apenas pudieron ver al papa unos segundos durante el recorrido por el centro capitalino, que apenas duró media hora, todos coincidían en que había merecido la pena tanto la espera como el madrugón. Recibido con vítores, gritos de "Viva el papa", mucha emoción y fuertes ovaciones, la multitud se dibujaba a los lados de las calles como una alfombra de teléfonos móviles de quienes trataban de inmortalizar el momento a falta del "palo de selfis" tan de moda, prohibido por la organización.
El acceso al recinto se cerró una hora antes de que el pontífice comenzara su recorrido pero, pese la gran espectación, las amplias aceras no comenzaron a llenarse hasta las 9 de la mañana (13 GMT), dejando grandes espacios al fondo que permitieron a los asistentes lograr una mejor posición para ver al santo padre. A falta de que se conozcan cifras oficiales, se esperaban unas 200.000 personas al acto, un momento histórico para el que muchos tuvieron que pedir permiso en el trabajo o cambios de turno, ya que se trata de un día laboral en la capital estadounidense.
El paseo papal por las calles de Washington, previsto para las 11 de la mañana (15 GMT), se retrasó unos quince minutos, recorrido previo al encuentro de Francisco con centenares de obispos estadounidenses en la Catedral de San Mateo.