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EN JAPÓN
Un anciano recupera las ganas de vivir gracias al gato que le regala su nieta
Un día, Akiko adoptó un gato al que llamó Kinako y lo escondió en una habitación de su casa. Al llegar su abuelo, vio al animal allí y supo que se convertiría en su fiel acompañante. "Sus ojos radiaban felicidad", recuerda Akiko. "Ahí es cuando se conocieron y supe que debía fotografiarlos". Gracias a Kinako, el anciano ha encontrado la felicidad.
Jiji es un anciano japonés de 94 años que ha vuelto a encontrar el valor de vivir gracias al gato que le regaló su familia. Fue uno de los soldados que luchó durante la Segunda Guerra Mundial, pero en 2009 enfermó y fue ingresado en el hospital, donde comenzó a perder las ganas de vivir.
"De algún modo, mi abuelo siempre ha sido terco y un poco gruñón, pero es generoso, sabio, sincero, lleno de amor, muy paciente, serio, brillante y encantador", explica su nieta Akiko a Metro.
Un día, Akiko adoptó un gato al que llamó Kinako y lo escondió en una habitación de su casa. Al llegar su abuelo, vio al animal allí y supo que se convertiría en su fiel acompañante. Fue amor a primera vista. "Sus ojos radiaban felicidad", recuerda Akiko. "Ahí es cuando se conocieron y supe que debía fotografiarlos".

Jiji y Kinako se han convertido en mejores amigos. Desde el momento en el que el animal comenzó a considerarse un miembro más de la familia, el anciano encontró la felicidad. Aunque ambos llevan su vida de manera independiente, comparten momentos especiales cuando se encuentran.
A Jiji le apasiona recortar artículos de periódicos para convertirlos en un libro de recuerdos, mientras que Kinako se dedica a jugar con los papeles que su dueño va recortando. "Kinako y Jiji se echan la siesta juntos y duermen con la misma pose. Es divertido y reconfortable mirarlos", explica Akiko.
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