La funeraria de la localidad Reynosa, en el Estado de Tamaulipas, es ahora una morgue porque es aquí donde han depositado los cadáveres de los 72 emigrantes clandestinos asesinados por los narcotraficantes.
Los investigadores han identificado ya a una treintena de ellos. La mayoría son de El Salvador y de Honduras en cuya embajada hay puesto un altar en memoria de ellos. Hallaron sus cuerpos esta semana en este rancho de la pequeña ciudad de San Fernando, en una región que controlan los Zetas, una organización formada por antiguos militares de élite y que ahora viven del negocio de la droga. Son los principales sospechosos de haber perpetrado la matanza.
Según los investigadores, abatieron a sus víctimas porque estas se negaron a trabajar para ellos. Dos de estos investigadores han desaparecido, la Policía los busca. Calderón es un presidente muy criticado ya que las autoridades mexicanas no parecen que sean capaces de acabar con la violencia. Prueba de ello, esta misma noche han encontrado 14 nuevos cadáveres abandonados en Acapulco.
En esta ocasión, los asesinos han formado su crimen. Han dejado mensajes de advertencia sobnre los cuerpos de sus víctimas, advertencias dirigidas a una banda rival. Pero además, y casi al mismo tiempo, han estallado dos coches-bomba; uno enfrente de una comisaría y el otro delante de una televisión local.
Desde 2006, la violencia vinculada al narcotráfico se ha cobrado la vida de casi 30.000 personas. Un saldo macabro que aumenta cada día a pesar de que hay la policía del país cuenta con el apoyo de 50.000 soldados.
