Reino Unido

Apunto de morir desangrado por unas almorranas: "El baño parecía la escena de un crimen"

Ian West lleva sufriendo de hemorroides desde los 16 años. Sin embargo, durante su último ataque estuvo apunto de morir desangrando y los médicos tuvieron que realizarle cuatro transfusiones de sangre.

Imagen de archivo de un hombre que padece algún dolor.

Imagen de archivo de un hombre que padece algún dolor.Pexels

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Iain West, un escritor independiente británico en sus cuarentas, ha compartido como casi pierde la vida por culpa de las hemorroides.

En un artículo escrito en primera persona en el medio nacional Metro, West ha explicado que un día comenzó a sentir como se le aceleraba su ritmo cardiaco, es más, el reloj independiente que llevaba en su muñeca le indicó que estaba alcanzando las 182 pulsaciones por minuto.

"Tenía palpitaciones que se sentían como si el corazón se me estuviese saliendo de la garganta. Me costaba respirar y, por encima de todo, estaba muy, muy cansado", ha señalado West, que decidió acudir a urgencias.

El afectado, debido al dolor que estaba experimentando en ese momento, desconoce como consiguió llegar al hospital. Tan solo recuerda que se tumbó en el asiento trasero del coche y que estaba luchando por no dormirse.

"Mi cuerpo simplemente se rindió, y no podía creer qué lo había causado", ha detallado West, que lleva sufriendo las hemorroides anales desde que tenía 16 años. Además, el hombre ha especificado que no experimenta picazón ni dolor, simplemente pierde grandes cantidades de sangre.

La primera vez que West sufrió una perdida masiva de sangre tenía 18 años y fue "aterrador". "En este punto, no tenía idea de qué estaba causando el sangrado, y los peores escenarios pasaban por mi cabeza", ha asegurado.

Desde este momento, West se sometió a numerosas investigaciones y exploraciones médicas que buscaban descartar que padeciese alguna enfermedad como la de Crohn o como el cáncer de intestino.

Finalmente, tras numerosos procesos, se decretó que padecía de almorranas. Sin embargo, a pesar de usar diversos métodos, las almorranas siempre volvían y West acababa cayendo en un ciclo en el que podían pasar meses sin nada, y luego, inesperadamente, empezar a sangrar abundantemente.

"No había un desencadenante real, y el sangrado tendía a durar una o dos semanas. Si me hubiera tomado el tiempo de leer los consejos del NHS a lo largo de los años, me habría dado cuenta de que siempre permití que se prolongaran demasiado. Aunque debería haber buscado ayuda y consejo de mi médico antes de lo que lo hice, simplemente se convirtió en la norma para mí", ha explicado West.

La ruptura del círculo

El último episodio que sufrió West fue diferente a cualquier otro, ya que la sangre parecía más oscura que nunca e iba acompañada de coágulos espesos. Una de las noches fue al baño de madrugada y le aterrorizó la cantidad de sangre que había perdido: "El baño parecía la escena de un crimen".

Los hijos de West se alarmaron al atestiguar parte de los restos de sangre que se habían quedado sin limpiar en el baño. Rápidamente, insistieron a su padre acerca de que debía acudir al hospital para buscar una solución definitiva a su padecimiento. Aun así, West le restó importancia e incluso llegó a bromear sobre el asunto.

Sin embargo, las semanas pasaban y no paraba de sangrar. Además, a diferencia de las otras veces, West se encontraba sumamente cansado y su estado físico estaba peor que nunca. "Me quedé sin aliento con solo caminar desde la cama hasta el baño privado. Incluso el simple hecho de vestirme hizo que mi ritmo cardíaco se disparara", ha asegurado.

Finalmente, tras más de cuatro semanas, decidió ir al hospital y se sometió a una transfusión de sangre: "Recuerdo que apenas estaba consciente cuando la aguja entró en mi brazo para extraer sangre. Si bien se retiró la muestra para un control completo, una prueba instantánea reveló lo mal que estaba".

Los primeros datos alertaron a la pareja de West, cuyos ojos se llenaron de lágrimas al escuchar los primeros números y resultados. Los niveles normales de hemoglobina están alrededor de 13.0-18.0; los de West fueron 4.7.

Los médicos trasladaron al paciente a cuidados intensivos, donde le realizaron cuatro transfusiones de sangre, siendo ese el momento en el que West tomó consciencia de la gravedad de su caso.

Pasada una semana, los médicos le dieron el alta a pesar de seguir teniendo unos niveles de hemoglobina bajos: "Me costaba caminar y mi trabajo como escritor independiente se vio afectado. Simplemente no podía concentrarme porque el agotamiento era demasiado".

Seis meses más tarde

Pasados seis meses, West parece haber alcanzado unos niveles de hierro que le permiten volver a un estado de normalidad.

El afectado continua sin saber el motivo por el que su sangrado fue tan extremo, es más, todavía sangra pero con menos frecuencia.

"Ahora puedo pasar un par de meses sin sangrar", ha expresado.

Actualmente, West está en la lista de espera para conseguir una cita para otro intento de anillado. Otra opción sería una intervención quirúrgica, pero los médicos quieren evitarlo debido al riesgo que conlleva.

Finalmente, West ha hecho un llamamiento a todos los hombres para que puedan hablar de este tipo de temas: "Los hombres todavía parecen tener un problema cuando se trata de hablar de cualquier problema de salud. Hablar de las almorranas es aún más difícil, ya que conlleva una gran vergüenza. La cuestión es que tres de cada cuatro personas experimentarán almorranas en algún momento de sus vidas. Si bien mi caso puede ser extremo, podría pasarle a cualquiera".

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