El Sahel es rico en petroleo, gas, oro, cobre, diamantes y uranio. Nutre en gran medida las plantas nuclares de Francia y también las de España. Ésta es una de las razones por las que es uno de los objetivos principales de grupos islamistas, que mantienen una lucha sin cuartel por su control.
Allí operan desde Al Qaeda hasta la secta islamista Boko Haram, que mantiene secuestradas a doscientas niñas. Su objetivo es convertir el Sahel en un emirato islámico donde asentar sus bases de entrenamiento desde las que extender una guerra santa global. Sus aliados son el desierto, la ausencia de vías de comunicación y, sobre todo, el escaso control que los gobiernos tienen sobre la zona.
Esa inestabilidad hace que por el Sahel campen también a sus anchas las mafias dedicadas al tráfico de armas, al tráfico de drogas e incluso al de seres humanos. Esa zona es el origen de flujos de inmigrantes ilegales que parten hacia Ceuta y Melilla.
La importancia estratégica y económica del Sahel y el peligro ante la amenaza islamista es lo que ha producido que en los últimos tiempos Europa haya centrado sus operaciones militares en este escenario. El Sahel se ha convertido en lo que militarmente se llama ya la frontera avanzada de Europa.
España participa en su protección con un contingente de 200 militares. Su misión, conseguir la estabilidad en la región e impedir que Al Qaeda se apodere de ella.