Se teme que la cifra final de víctimas puede aumentar todavía en algunos municipios de las provincias más afectadas, como Iwate, Miyagi y Fukushima, debido a que no dejan de incrementarse con el paso de las horas.
Este ha sido el terremoto más devastador en casi 90 años en Japón, al haber superado las víctimas del seísmo registrado en el 17 de enero de 1995 en la ciudad de Kobe (centro de Japón), que con 7,2 grados de magnitud causó 6.400 muertos.
Hasta ahora, el seísmo de Kobe era el de mayor gravedad en fechas recientes en Japón, un país asentado en pleno Anillo de Fuego del Pacífico y que registra numerosos temblores, si bien la mayoría no tienen consecuencias graves por las estrictas normas de construcción en vigor.
Con anterioridad, el 1 de septiembre de 1923, el conocido como seísmo de Kanto que ocurrió en la región de Tokio, cuando la mayoría de las casas eran de madera, causó 140.000 muertos.
Unos 90.000 militares y miembros de equipos de rescate japoneses, ayudados por voluntarios extranjeros especialistas en salvamento, peinan la zona devastada en busca de supervivientes atrapados bajo los escombros o arrastrados mar adentro por la ola gigante de diez metros de altura.
No obstante, poco a poco las infraestructuras de transporte se están recuperando en la zona afectada lo que facilita que los equipos de asistencia distribuyan la ayuda a las 380.000 personas que permanecen en los 2.200 refugios acondicionados tras el desastre. El terremoto y posterior tsunami del 11 de marzo destruyó 11.991 hogares, provocó 269 incendios y ha dañado 1.232 carreteras del norte y este de Japón.