Unión Europea

Bruselas busca evitar el contagio de la parálisis política de Francia

Bruselas maniobra para evitar el riesgo de que la parálisis política en las dos grandes potencias europeas se contagie al resto de países. Francia y Alemania están sin un gobierno estable que marque el paso de la Unión, en un momento geopolítico muy complicado.

Banderas de Europa y Francia

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La Comisión Europea ha querido lanzar un mensaje de tranquilidad ante el caos político que reina en París. En Bruselas la preocupación es evidente, pero nadie quiere llamar a las turbulencias antes de tiempo y, por eso, públicamente prefieren destacar la parte positiva. La Comisión tiene la mente puesta en calmar a los mercados, que son los que pueden hacer que la situación se descontrole de la noche a la mañana.

Un portavoz comunitario no ha dudado en entrar a comentar los acontecimientos de las últimas horas. Ha precisado que "el efecto económico de lo que vemos en Francia es limitado, está contenido. Su situación macro es estable, pero lo seguimos muy de cerca porque siguen sin tener unos presupuestos aprobados con los que encarar el año que viene".

La preocupación se explica por una situación fiscal francesa muy complicada. Su déficit sigue disparado por encima del 6% del PIB, cuando las normas europeas marcan el límite permitido en el 3%. Algo que alarma tanto en las instituciones comunitarias como en los círculos inversores.

La Agencia de calificación Moody's ha lanzado la voz de alarma en un comunicado, en el que califica como un "acontecimiento negativo" la caída del gobierno, de cara a la calificación crediticia de Francia. La agencia americana, además, dice que esta crisis "reduce la probabilidad de una consolidación de las finanzas públicas, empeora el impasse político y refleja el ambiente fracturado del país".

España pide calma y tranquilidad

Desde España también se sigue muy pendiente de la evolución gala, ya que somos un país con muchos vínculos comerciales. Fuentes del ministerio de Economía nos reconocen que "existe preocupación por la situación" y que "los inversores están muy pendientes de los indicadores macro de los dos países", pero piden calma porque aseguran que "los mercados tienen plena confianza en la solidez de la economía española".

El mayor temor es que esta parálisis política se contagie más allá de las fronteras francesas, ya que afecta de lleno a los dos grandes motores de la UE: Francia y Alemania. El gobierno de Berlín colapsó hace quince días y tendrá que ir a elecciones en febrero del año que viene y París ha entrado en un túnel negro de difícil salida.

Los analistas creen que el mayor riesgo es que la Unión se mantenga estancada los próximos seis u ocho meses, a la espera de dos ejecutivos con plenos poderes en el eje franco-alemán. Fuentes comunitarias reconocen que los grandes temas europeos pocas veces se mueven adelante sin el consenso entre Francia y Alemania.

Italia y Polonia se posicionan

El frenazo en las dos grandes potencias europeas está provocando que otros países de la UE estén ganando mucho protagonismo a la hora de llevar adelante los grandes debates.

Es el caso de la Italia de Giorgia Meloni -que ya marcó su línea en las políticas migratorias en la última cumbre de Bruselas- o el caso de Polonia, con Donald Tusk al frente, un expresidente del Consejo Europeo que está ganando mucho poder y que, además, a partir del 1 de enero tomará el mando de la presidencia rotatoria de la UE.

La Unión no está para experimentos en un momento de máxima tensión geopolítica. El escenario de los próximos meses se puede volver en contra ante la inminente vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca el 20 de enero (y su consiguiente amenaza de guerra comercial contra la UE) y el conflicto de Ucrania todavía empantanado y con una situación crítica del ejército de Kiev en el campo de batalla.

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