Los bomberos, que en las últimas horas han visto cómo el fuerte viento les dificultaba las tareas de extinción, confían en las predicciones del Servicio Nacional de Meteorología, según las cuales el miércoles llegarán las primeras lluvias a una zona extremadamente seca que no ha visto llover desde hace meses.
Los meteorólogos están "casi seguros" de que ese día habrá precipitaciones en el condado de Butte, escenario de los fuegos, aunque no en una cantidad suficiente como para provocar desprendimientos de tierra.
El agua también aliviaría la situación en gran parte del resto del estado, que desde hace días se encuentra en alerta roja por la mala calidad del aire, ya que el humo se desplaza cientos de kilómetros hasta alcanzar áreas muy pobladas como Sacramento, la capital del estado, y la bahía de San Francisco. Hasta la noche del domingo, los bomberos habían logrado contener las llamas en un 65 %.
La causa que originó el fuego sigue siendo desconocida y las autoridades mantienen abierta una investigación, pero el diario local The Sacramento Bee ha publicado que la compañía eléctrica Pacific Gas & Electric (PG&E) detectó un segundo problema en una línea de alta tensión del lugar el mismo día que se declaró el incendio. PG&E, la mayor eléctrica de California y la segunda mayor de todo Estados Unidos, ya centraba todas las miradas desde que la semana pasada reveló a los reguladores que halló un "problema" en una línea de alta tensión cercana al área donde se declaró el incendio solo unos minutos antes de que se iniciasen las llamas.
De acuerdo a la información publicada hoy por The Sacramento Bee, la empresa notificó este viernes a la Comisión de Servicios Públicos de California que el 8 de noviembre por la mañana detectó un segundo problema también en esa parte del estado.
De ser encontrada causante del fuego, la empresa podría tener que abonar compensaciones multimillonarias que con toda probabilidad la dejarían en la quiebra. La posibilidad de este escenario hizo que las acciones de la compañía se desplomasen la semana pasada en la bolsa de Nueva York, lo que llevó al regulador público californiano a sugerir un hipotético rescate de la compañía para aliviar así los temores de los inversores.
Por su parte, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha visitado las zonas quemadas y mostró un tono conciliador frente a las palabras agresivas que hace una semana dedicó a las autoridades de California por su gestión del fuego. Trump recorrió parte del área quemada por el 'Camp Fire' junto al gobernador del estado, el demócrata Jerry Brown; su futuro sucesor, el también progresista Gavin Newsom; y la alcaldesa de Paradise, Jody Jones. "Nadie pensó que esto podía pasar. Tenemos que llevar a cabo trabajos de mantenimiento. Trabajaremos con grupos medioambientales. Todo el mundo ha visto la luz. Creo que avanzamos todos en el mismo sentido", indicó el presidente en declaraciones a los medios.
El mandatario se dirigió después al sur de California, donde hay declarado otro gran incendio cerca de Los Ángeles, que ha ocasionado tres muertos, aunque los bomberos lo tienen controlado casi en su totalidad. La zona afectada por este segundo fuego, bautizado como 'Woolsey Fire', podría recibir también agua a partir del miércoles, ya que el pronóstico meteorológico indica un 50 % de posibilidades de lluvia.