El referendo sobre la marihuana en California ha evidenciado la popularidad de esta droga en EEUU, uno de los países más consumidores del mundo y donde desde hace años se vende el cannabis legalmente con fines médicos.
Actualmente, en 14 estados y en Washington DC es posible adquirir esta sustancia de forma regulada para paliar dolencias que van desde el cáncer hasta la esclerosis, aunque su abanico de usos, que incluye el estrés o problemas para dormir, ha terminado por convertir esa droga en un producto más.
Tan normalizado está ese negocio que, en algunos lugares los llamados "doctores marihuana", encargados de emitir las licencias para el consumo, buscan incluso a sus clientes en plena calle. Un sector boyante que genera por cauces autorizados más de 15.000 millones de dólares anualmente en California, principal productor de cannabis de EEUU, y donde el 2 de noviembre los electores están llamados a votar si quieren dar un paso más y despenalizar el cannabis para los mayores de 21 años.
Una medida que equipararía esa droga con el alcohol y el tabaco y supondría una fuente de ingresos a base de impuestos para las maltrechas arcas públicas estatales y locales, al tiempo que un quebradero de cabeza para la Administración de Barack Obama. La marihuana es una sustancia ilegal a nivel federal en EEUU, su comercialización está considerada narcotráfico y el país invierte miles de millones todos los años en la erradicación de esa droga tanto dentro como fuera de sus fronteras.
La posible regularización de la "maría" en California ha despertado numerosas críticas en América Latina, desde donde se acusa a EEUU de incongruencia y se alerta de las consecuencias negativas que tendría la legalización del cannabis para toda la región. "Decisiones como esta debilitan la lucha contra las drogas, un fenómeno que tanto daño ha causado a los colombianos", indicó el presidente colombiano, Juan Manuel Santos.
El portavoz del Departamento de Estado de EEUU, Philip Crowley, se limitó esta semana a pedir calma a sus socios latinoamericanos y pospuso cualquier reacción oficial hasta después de los comicios, si bien organismos como la Agencia Antidroga (DEA) publicó recientemente su alegato contra la legalización del cannabis.
Para esa entidad federal la "marihuana no es un medicamento científicamente reconocido" y su regularización incrementaría "los niveles de adicción" y los delitos violentos. Otra de las preocupaciones sería el efecto que tendría en los menores un mayor acceso de la sustancia en el mercado en vista de los resultados de la última encuesta de la Oficina Nacional de Política de Control de Drogas (ONCDP).
Un 7,3 por ciento de los adolescentes estadounidenses entre los 12 y los 17 años consumieron marihuana en 2009, con una edad media de inicio en el consumo situada en los 17 años.
"El consumo de marihuana crece, los adolescentes comienzan a probarla a edades más tempranas y se relaja su actitud ante los peligros de la drogadicción", indicó el director de ONCDP, Gil Kerlikowske.
Los defensores de esa droga, sin embargo, argumentan que será más fácil controlar el acceso a la sustancia si se autoriza su comercialización, en vez de dejar el criterio de venta en manos de traficantes, cuyo negocio no se vería especialmente perjudicado según los analistas.
"La legalización de la marihuana en California no reduciría apreciablemente la influencia de los cárteles mexicanos y la violencia asociada a ellos a menos que las exportaciones desde California a otros estados dejaran el cannabis mexicano fuera del mercado", dijo Beau Kilmer, director del Drug Policy Research Center de la ONG de análisis RAND. "Incluso así, la legalización no tendrá mucho impacto en el corto plazo (sobre el narcotráfico)", comentó Kilmer.
Según un informe publicado en junio del programa High Intensity Drug Trafficking Areas (HIDTA) de ONCDP, California produce actualmente más cannabis que México y es el origen de la mayor parte de la marihuana consumida en EEUU. Ese mismo estudio indicó que en los últimos 4 años se ha multiplicado un 200 por ciento la producción de esa droga en el país, por un 300 por ciento en California.