Chile
Chile vuelve a rechazar reformar la Constitución: más de un 55% de los votantes rechazaron la propuesta
Chile ha dicho no a la propuesta de nueva Constitución redactada por un Consejo Constitucional dominado por los partidos de derechas. Con el 99% escrutado, la opción "en contra" ha sobrepasado a la alternativa "a favor" por un 55% contra un 44% en el plebiscito constitucional, con una participación muy alta, del 83%.
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Chile se queda pues con la Constitución vigente desde 1980, en plena dictadura de Augusto Pinochet, sometida a unas 70 reformas desde la transición. El país sudamericano bate el récord mundial de echar abajo dos propuestas de Constitución en poco más de un año, aunque la anterior, que se rechazó hace un año con un 62% de los votos en contra, fue redactada por una convención dominada por partidos de izquierda.
La mirada está puesta, sobre todo, en las derechas. Han perdido, pero sobre todo el Partido Republicano, de la extrema derecha liderada por José Antonio Kast, que lideró el proceso constitucional, pese a que esta formación nunca estuvo por cambiar la Constitución vigente. Ya no habrá más intentos, al menos a corto plazo.
No se trata de una victoria del Gobierno de Gabriel Boric, de izquierdas, que estaba por rechazar la propuesta. En la opción en contra de aprobar la reforma estaba el partido en el poder, pero también sectores de centroizquierda que no son parte del Gobierno y hasta agrupaciones ultra, que sobrepasan por la derecha al Partido Republicano de José Antonio Kast. Pero este plebiscito le da un respiro a Boric, porque un resultado contrario habría sido una debacle. El Ejecutivo y sus partidos no celebran, pero se reconocen aliviados.
La derecha tradicional reclamará el cambio de hegemonía
Como consecuencia del resultado del plebiscito, la derecha tradicional reclamará el cambio de hegemonía y buscará recuperar su espacio frente a la derecha más radical del partido Republicano. "Reconocemos la derrota con claridad y humildad", ha dicho Kast tras el plebiscito. Un año y tres meses después, los chilenos volvieron a decir que no a un documento que, para muchos, era más conservador que la Constitución actual, heredada del régimen de Augusto Pinochet.
Para la izquierda, el texto radicalizaba el proyecto neoliberal de 1980 y presentaba valores alejados de la secularización y el sentido común de la sociedad chilena actual. Para los defensores del texto, en cambio, la propuesta no era "una Constitución de derechas". Sin grandes diferencias con la Constitución vigente, integraba un asunto clave: proponía que los bienes básicos en salud, educación y pensiones fueran financiados con rentas generales, pero aseguraba una provisión mixta, disponiendo la existencia de un sistema estatal y otro privado.
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