El coronavirus sigue cobrándose victimas. Llevamos ya 493 muertos y más de 24 mil contagiados. Y sabemos que ha nacido, al menos, un bebé con coronavirus transmitido por su madre, durante el embarazo.
La situación no está bajo control, aunque el régimen lo niegue. De momento, China ha decidido suspender el gran premio de Fórmula 1, en abril.
China lucha contra el coronavirus y su símbolo son varios los hospitales hechos en díez días para tratar a los posibles contagiados. El último se estrena hoy en Wuhan. Y en ellos los robots ayudan a los médicos y equipos llegados de todo el país. Sus drones miden la temperatura de la población y desinfectan a los individuos. China ha aislado el virus y ya prepara una vacuna.
Song Shuli, portavoz de la Comisión Nacional de Salud de China, asegura que "el número de casos sospechosos se ha reducido drásticamente".
Pero también hay otra cara la del miedo y la de las ciudades desiertas. Imágenes de hospitales saturados ocupan los informativos, los sanitarios agotados y los muertos sin registrar son la seña de este virus.
La psicosis se ha vuelto contra el gobierno. No hay suficientes mascarillas, ni trajes para los profesionales y la corrupción ya ha provocado las primeras dimisiones. La población sospecha ya que dos meses después de aparecer el virus, aún se desconoce su origen.
Para frenar la espiral de críticas, el gobierno ha decidido controlar aún más los medios de comunicación y redes sociales. La censura afecta a publicaciones y búsquedas por internet. Mientras, el presidente guarda silencio.
