Australia
Condenan a los integrantes de una secta por la muerte de una niña por la que rezaron en lugar de darle insulina
Las doce personas que aconsejaron a Jason fueron declaradas culpables de homicidio involuntario.
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Elizabeth Struhs, de ocho años, murió en enero de 2022 después de que una secta pensase que su enfermedad mortal se iba a curar a través de rezos y cánticos. Ahora, los integrantes han sido juzgados en Australia por la Corte Suprema en Brisbane.
Las 14 personas juzgadas prescindieron de su derecho de tener representación legal y negaron en todo momento que fuesen culpables. Es más, defendieron durante todo el proceso que no tenían delitos por los que rendir cuentas.
Durante varias semanas de 2024, los acusados acudieron a una sala de audiencias modificada en la que se sentaron en mesas de bar diseñadas específicamente para este caso. En el juicio, respondieron a las preguntas de la fiscalía e hicieron presentaciones ante el juez.
Una de las hermanas de Elizabeth le dijo a las autoridades que resucitaría y que era algo hipócrita creer en la sanación de Dios y depender del sistema médico. Esta conversación, que fue grabada por los agentes con una cámara corporal, registró cómo se reía repetidamente mientras se escuchaba a los miembros de la secta cantar.
Brendan Stevens, líder de la secta, alegó que la detención y los cargos eran persecución religiosa. Por su parte, la fiscalía acusó a la mayoría del grupo de homicidio involuntario, argumentando que Jason era culpable de asesinato por indiferencia imprudente y Brendan Stevens de ser parte del delito de este. Sin embargo, el juez de la Corte Suprema, Martin Burns, falló en contra, dictaminando que Jason fue "consumido" por la iglesia y sus creencias, por lo que nunca se llegaría a una "plena realización" de que su hija moriría.
Las doce personas que aconsejaron a Jason fueron declaradas culpables de homicidio involuntario.
No era la primera vez que le negaban ayuda a la niña
En estas intervenciones, salió a la luz que no fue la primera vez que la secta falló a Elizabeth. La niña fue diagnosticada cuando tenía seis años con diabetes tipo 1. Antes de conocer el diagnóstico, había estado muy mal de salud, presentando algunos síntomas preocupantes, tales como la pérdida del apetito, sed extrema, dolor de estómago, incontinencia y pérdida de peso.
A pesar de todas las señales, la madre se negó a llevar a su hija al médico, ya que llevaba dos décadas con la convicción clara de que su iglesia salvaría a su hija. Esta institución es una iglesia marginal ubicada en Toowoomba, en Darling Downs, Queensland. En ella, opera una congregación dirigida por Brendan Stevens y compuesta por su esposa e hijos.
Los integrantes no pertenecen a ninguna iglesia establecida y siguen la Biblia del rey Jacobo (KJV, por sus siglas en inglés), una versión de las escrituras publicada para el uso de la Iglesia de Inglaterra en 1611.
La secta creía que Dios les había prometido la curación, que las mujeres debían mantener los roles de géneros tradicionales y que la única educación que necesitaban los niños era la de la escuela.
Cuanto más tiempo pasaba la madre de la víctima en la secta, más se radicalizaba su visión, lo que acabó generando numerosas disputas en el matrimonio. Es más, el padre no era consciente de la gravedad de la situación debido a que se pasaba todo el día trabajando hasta tarde y su esposa le ocultaba el estado de salud de su hija y el verdadero alcance de la enfermedad.
La madre le ocultó el estado de salud de su hija
Jason Struhs, padre de Elizabeth, comprendió la magnitud de la situación cuando encontró a su hija inconsciente. Después de llevarla rápidamente al hospital, el personal sanitario le alertó de que estaba a punto de morir.
La pequeña tenía encefalitis, es decir, una inflamación del cerebro, y un coágulo de sangre. Después de ser trasladada de urgencia a Brisbane y de estar un mes hospitalizada, consiguió recuperarse de la cetoacidosis diabética. Aun así, los médicos alertaron al padre de que tendría que usar insulina diariamente por el resto de su vida.
Durante todo el tiempo que estuvo ingresada, su madre no fue a visitarla ni una sola vez y no aceptó el diagnóstico, negándose rotundamente a hablar con médicos o a formar parte del tratamiento.
Primera vez en los tribunales
A pesar de que Elizabeth se recuperó, los padres fueron llevados ante el juzgado por la desatención de su enfermedad. Jason se declaró culpable de no proporcionarle a su hija lo necesario para que pudiese vivir, y recibió una sentencia reducida a cambio de testificar contra su esposa.
Kerrie Struhs negó la acusación usando los mismos argumentos que emplearía en el caso de la muerte de su hija, asegurando que Dios le trajo la enfermedad a su hija para sanarla y demostrarle a todo el mundo su existencia.
En esta ocasión fue sentenciada a 18 meses de cárcel y se le ordenó cumplir cinco meses.
Durante el juicio, los miembros de la secta apoyaron a Kerrie y el líder le aseguró que el plan de Dios era mandarla a la cárcel para que difundiera su nombre.
Jason sucumbe y entra en la secta
A pesar de que Jason estaba en contra de los extremos a los que había llegado su mujer, la presión ejercida por sus hijos mayores y por la secta, la amenaza de divorcio y las largas jornadas laborales sumadas al cuidado de su hija y la enfermedad, hicieron que tuviera un colapso emocional y que rezase por primera vez.
Después de esto, comenzó a acercarse a la iglesia, a reunirse con otros miembros y a sumergirse en sus prácticas. Es más, en agosto de 2021, decidió bautizarse mientras su esposa seguía en prisión. En el vídeo de su bautizo se le ve siendo sumergido en una tinaja mientras habla en una lengua desconocida y los miembros celebran a su alrededor.
La muerte de Elizabeth
A pesar de que la relación matrimonial mejoró, la pareja seguía peleándose por el estado de salud de su hija. A Jason le daba miedo que la pequeña muriese sin él y no quería dejar de darle la insulina.
En diciembre de 2021, Kerrie salió de prisión y regresó al hogar familiar a pesar de que advirtió a los oficiales de que haría lo mismo con su hija. Pasadas tres semanas, el matrimonio le retiró la insulina a Elizabeth.
A los pocos días, la salud de la pequeña empezó a empeorar drásticamente y quedó inconsciente. A pesar de esto, decidieron no solicitar asistencia médica y dedicarse a rezar.
La secta se reunió en torno a Elizabeth y fotografiaron su cuerpo inconsciente, mientras que el líder le repetía a su padre que ya estaba sana y que todo se trataba de una prueba para demostrar que eran fieles a Dios.
Pasados unos días, la pequeña dejó de respirar por la cetoacidosis diabética. Después de 36 horas, Jason Struhs llamó a las autoridades y reportó la muerte de su hija.
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