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EN REINO UNIDO
Condenan a prisión a un hombre tras grabarle confesando que el sexo con su hija era "el mejor que había tenido"
El hombre comenzó a abusar de su hija desde que la niña tenía 7 años y continuó durante 20 más. Pese a que la joven trató de denunciarlo, nadie le creía, por lo que años más tarde le tendió una trampa para grabarle confesando lo que había hecho.
Raymond Prescott, un hombre de 54 procedente de Nottingham ha sido condenado a prisión por abusar de su hija durante 20 años. Layla, su hija, que ahora tiene 31 años, ha conseguido que su padre haya sido procesado tras conseguir grabarlo mientras se jactaba de que el sexo con ella era "el mejor que había tenido".
Layla era la menor de cinco hermanos y la favorita de su padre, de quien dice que era como "Jekyll y Hyde" aunque finalmente pasó de ser su mejor amigo a un "predador sexual" que gritaba "estoy teniendo sexo con mi propia hija" mientras abusaba de ella.
La primera vez que Layla acudió a la policía fue en 2001, aunque sus familiares le decían que solo trataba de llamar la atención, por lo que decidió no seguir con la denuncia. Sin embargo, en diciembre de 2012, su padre intentó abusar de ella de nuevo, por lo que decidió tenderle una trampa y consiguió grabarle mientras confesaba lo que había hecho.
El padre le confesó a la hija que no podía tener sexo con otras personas y disfrutarlo, por eso "quiero tener sexo contigo". Una vez que Layla recabó las pruebas suficientes, fue a denunciarlo a la Policía y su padre fue acusado de cinco delitos, recoge Mirror.
Al principio, Raymond Prescott negó los hechos, pero fue enviado a prisión después de que la Corte de Nottingham diera por válidas las pruebas de Layla, quien no ha dudado en contar que la primera vez que su padre abusó de ella le dijo que estaba muy orgulloso de ella por "no mojar la cama" y le prometió que le daría un regalo.
Explica que trató de bloquear en su mente lo que estaba ocurriendo, pero sabía que era algo malo. "Él me decía que era nuestro pequeño secreto y que yo era su niña especial", confiesa.
La infancia de Layla fue un completo calvario. Cuenta que cuando tenía siete años su padre le daba cervezas, lo que le incitó a comenzar a beber cuando tenía 14 años. "De adolescente bebía mucho, iba borracha a la escuela, pero nadie me decía nada porque conseguía ocultarlo".
Cuando en el año 2001 trató de contar lo sucedido, nadie le creía. Explica que se lo contó a su novio, que le insistió en que no quería que fuera a casa porque estaba preocupado por ella. Luego se lo contó a su madre, pero ella dejó de mirarle y hablarle. "Creo que estaba más avergonzada por no haberse enterado antes. Me creía, pero estaba en shock", confiesa.
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