Los equipos de rescate seguirán trabajando hasta que no quede una sola víctima atrapada entre las ruinas del puente de Génova. Son operaciones que las autoridades italianas dominan a la perfección porque el país es a menudo víctima de terremotos y la situación aquí se parece mucho a la que deja un seísmo.
Las maniobras son complicadas porque han caído enormes bloques de hormigón armado.
Es necesario desplazarlos con grúas inmensas y evitar falsas maniobras para no poner en peligro a posibles supervivientes.
Además, las calles que rodean el viaducto son muy estrechas y dificultan el paso de las máquinas que se utilizan para mover los enormes cascotes.
Son ya más de 600 personas las que han tenido que abandonar sus viviendas, que tendrán que ser demolidas junto al puente. "Todos los vecinos que tengan que abandonar sus casas por motivos de seguridad tendrán sun falta un nuevo techo antes de que acabe el año", garantizaba Matteo Salvini, ministro italiano del Interior.
Ahora, la clase política busca responsables. El blanco principal de los ataques es la compañía Autostrade, responsable de la concesión de la autopista que pasa por debajo del viaducto y de su mantenimiento.
Además, el Ejecutivo quiere imponer multas de hasta 150 millones de euros para indemnizar a las familias de las víctimas.La concesionaria asegura haber cumplido con todas sus obligaciones de vigilancia y mantenimiento. Y de momento no ha anunciado la dimisión de ninguno de sus directivos, una medida exigida por el Gobierno.