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DICTADURA EN COREA DEL NORTE

Corea del Norte adora a su líder, Kim Jong Un

Kim Jong Un fondea en una isla próxima a su enemigo surcoreano. Un batallón de soldados sale en estampida para venerar a su Querido Líder. Están muy bien aleccionados. El régimen les ha inculcado desde niños estos gestos de adulación, de adoración a su caudillo. Hasta la presentadora se contagia del entusiasmo.

El emperador Kim trae regalos para las familias de los soldados que defienden el islote. Ña televisión oficial, la única que existe, le sitúa en el frente de la batalla. Y si el recibimiento es apoteósico, la despedida ralla el delirio.

En la vida norcoreana el régimen impone disciplina militar al pueblo. Desde que se levantan hasta que se acuentan.

Lo último es establecer un corte de pelo para ellas y para ellos. Eso sí, nadie puede cortárselo como el amadísimo líder.

Otra ocurrencia es cambiar las reglas del baloncesto. Los antes valen tres puntos y los triples cuatro si no tocan el aro. Una diplomacia de capricho si no fuera porque Corea del Norte es una potencia nuclear.

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