"Suele ser habitual que, ante situaciones excepcionales en China, se busquen comparaciones con referencias populares del pasado o más cercanas, en un intento por tratar de entender o de explicar un país que todavía mantiene una gran carga enigmática y en el que sus cifras siempre son a lo grande. A ese gigante, que es parte de nuestro día a día y que está decidido a marcar el ritmo económico y geopolítico mundial, muchos analistas aseguran que le ha salido un “Chernóbil”. Es, en realidad, una referencia al desafío que esto supone para la cúpula del poder ante las turbulencias sociales, políticas y económicas que conlleva esta crisis sanitaria.
Lo cierto es que más de un mes después de que empezaran las cuarentenas y las alertas, se sabe todavía muy poco de esta enfermedad que es conveniente llamar por su nombre oficial, COVID-19, para evitar etiquetas que puedan fomentar el racismo o la discriminación hacia los chinos. Los científicos están tratando de trazar su trayectoria mortífera desde su origen hasta la actual epidemia, un descubrimiento clave para saber a qué nos enfrentamos y cómo hacerle frente. En un primer momento se habló de que su origen está en un mercado de animales salvajes de Wuhan. Primero se puso el foco en los murciélagos y más tarde en los pangolines, animales exóticos protegidos y cuya comercialización es delito. De momento, no hay certezas y mientras, las cifras de muertos y contagiados siguen subiendo, aunque con menor velocidad fuera de la provincia de Hubei, foco de esta enfermedad.
En este tiempo, la muerte del doctor Li Wenliang, oftalmólogo de 34 años del Hospital Central de Wuhan, ha supuesto un punto de inflexión en la lupa con la que se mira la gestión política de esa crisis sanitaria. Fue uno de los primeros en alertar de esta nueva neumonía en diciembre, fue interrogado por la policía y acusado de difundir rumores. Incluso se vio forzado a firmar una confesión denunciando los mensajes que había publicado como "comportamiento ilegal". Después se contagió de COVID-19 y murió días después. Su muerte provocó una oleada de indignación social y de protesta que puso el foco en la falta de transparencia y en la estricta censura de un sistema autoritario tan preocupado por contener el brote como por mantener la estabilidad política que necesita.
De ahí las referencias a Chernóbil, por los paralelismos en cuanto a los errores en la gestión de la comunicación de esta nueva enfermedad y por el riesgo que supone para la estabilidad política. Sin embargo, una pata importantísima de esta crisis sanitaria es la económica. China lucha desde hace años para sostener la desaceleración de su crecimiento económico y la paralización de fábricas, suministros y el descenso del consumo son más que preocupantes. En el ámbito económico, cuando China estornuda, el mundo se resfría y esa es la razón por la que los expertos de todo el mundo miran con atención toda esa repercusión. En España el golpe ha sido fuerte, con la cancelación del Mobile World Congress y, tirando de referencias históricas de nuevo, la “gran depresión económica” que ha supuesto".