La corrupción y el despilfarro económico de los 2000 llevaron a Grecia a la crisis actual

Excesos. Muchos excesos. eso caracterizó a Grecia a comienzos de los 2000. A comienzos de una década en la que gobernaba Costas Caramanlís, en unos años en los que se hizo unos JJOO en Atenas, en 2004, y en los que enormes cantidades de dinero se iban gastando y gastando. No sólo porque los Juegos terminaron costando el doble de lo presupuestado, sino también por el hecho de contratar a cien mil nuevos funcionarios. Todo eso iba generando una brecha enorme en la economía helena, que fue descubierta por la Comisión Europea a pesar del intento de falseamiento de las cuentas.

Así lo dice José Luis Orella, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad CEU-San Pablo: "Habían falseado las cifras macroeconómicas que enviaban a la Unión Europea y, por lo tanto, el desfalco económico era terrible. El Gobierno había mentido conscientemente sobre la situación real de Grecia.

En 2009, Grecia entra en bancarrota. Así llega al poder el socialista Papandreu y tres años después el conservador Samaras. Ambos tenían que negociar con los organismos financieros para que el país no cayera al abismo. A cambio de recibir hasta ahora más de 240.000 millones de euros, las condiciones impuestas por la troika han llevado a la población al borde de la desesperación. Hoy, uno de cada tres griegos vive oficialmente en la pobreza.

Decepcionados con la política tradicional, muchos griegos han buscado soluciones en los extremos. Por un lado en el xenófobo Amanecer Dorado. Y por otro, en el favorito en los comicios: el izquierdista radical Syriza.