Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía
Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía 2021: Y yo, ¿qué puedo hacer?
Hoy es el Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía, fecha que conmemora esta problemática provocada por el cambio climático. A continuación, te contamos qué puedes hacer para mitigar su avance en el planeta.
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Cada 17 de junio se celebra el Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía con el fin de concienciar acerca de las iniciativas para combatir la degradación de las tierras. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) creó la Convención de Lucha contra la Desertificación en el año 1996, tras el acuerdo universal propuesto en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro celebrada en 1992.
La desertificación es la degradación de la tierra en las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas. Este efecto se debe, principalmente, a las acciones humanas y a las variaciones climáticas, causantes a su vez de la sequía. Factores como la pobreza, la inestabilidad política, la deforestación, el sobrepastoreo o las malas prácticas de riego afectan, de forma negativa, a la productividad del suelo.
El cambio climático empeora la situación de la desertificación del suelo al producirse un aumento anual de las temperaturas y un descenso de las precipitaciones en muchas partes del planeta. La salud y la productividad de las tierras disminuye a la vez que aumenta la demografía y la demanda de productos alimenticios, forrajes y fibras textiles.
En 2020, la ONU quiso concienciar, ante la falta de estos recursos, sobre la necesidad de modificar el estilo de vida para contar con tierras productivas en el planeta. El objetivo para 2050 es disponer de la suficiente oferta alimentaria para satisfacer la demanda de 10.000 millones de personas.
Desde la ONU se pide un cambio también en la producción porque la emisiones generadas a partir de ella fomentan el cambio climático. La producción de ropa y calzado ocasiona el 8% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, una cifra que, según las previsiones, ascenderá 50% para 2030, según los datos aportados por la propia organización.
En España, más de dos terceras partes del territorio pertenecen a la categoría de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas. La posible desertificación de estas áreas puede venir provocada por extrema variabilidad de las lluvias, suelos pobres erosionables, un relieve muy desigual, pérdida de la cubierta forestal por los incendios, abandono de las tierras de cultivo, explotación insostenible de los recursos hídricos y concentración de la actividad económica en el litoral, sobreexplotando los recursos naturales de esta zona.
Las principales consecuencias de la desertificación son la pérdida de especies vegetales y animales, suelos infértiles, disminución de la producción agrícola e inseguridad alimentaria, intensificación del cambio climático e impacto sobre el desarrollo sostenible y la calidad de vida.
Y yo, ¿qué puedo hacer?
Para contribuir a que la desertificación no avance hay diversas acciones se pueden llevar a cabo: la reforestar y regenerar especies vegetales, ahorrar agua -reutilización, almacenamiento o desalinización-, poner vallas para frenar el avance de las dunas, crear barreras arbóreas para proteger frente a la erosicón eólica, regenerar la cubierta vegetal del suelo y permitir el desarrollo de los brotes de especies arbóreas nativas con la poda selectiva.
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