El presidente estadounidense, Donald Trump, se asoma este fin de semana al final de su juicio político, cuyo resultado podría envalentonarle de cara a las elecciones de noviembre y atarle todavía más a un Partido Republicano que ha aparcado por completo sus dudas sobre el mandatario.
Con la comparecencia de testigos como el exasesor presidencial John Bolton descartada en una ajustada votación el viernes, no se esperan nuevos baches que impidan que, en otro voto en el Senado el próximo miércoles, Trump quede absuelto de los dos cargos que enfrenta por sus presiones a Ucrania.
Consciente de que solo un milagro podría hacer que una veintena de republicanos cambien de bando y den a los demócratas la mayoría de dos tercios que necesitan para destituirle, Trump confía en que el resultado del 'impeachment' refuerce sus opciones de reelección, en un país aún más polarizado que al inicio del proceso.
Trump tiene razones para cantar victoria: el que se cerrará el miércoles será un juicio político exprés, tres semanas más corto que el que protagonizó en 1999 el entonces presidente Bill Clinton, y el primero de los quince celebrados en la historia de EE.UU. que no ha incluido la convocatoria de testigos o documentos en el Senado.
Es, ante todo, una prueba del control de Trump sobre su partido y un reflejo de la evolución de los republicanos, que al comienzo de su Presidencia le veían mayoritariamente con recelo y que ahora cierran filas prácticamente sin fisuras en torno al presidente. te viernes.