Mujeres en Egipto

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OLEADA TRAS LA PROHIBICIÓN DEL RAMADÁN

Egipcias toman la calle para frenar el acoso sexual que afecta al 91% de las mujeres

Hartas de sufrir acoso sexual, que se multiplica en Egipto tras las privaciones del ramadán, las egipcias han tomado la iniciativa y han salido a las calles para patrullar y concienciar a la sociedad de que hay que parar los pies a los acosadores.

"Las chicas egipcias son una línea roja", "No al acoso sexual" o "Detén al acosador" son los nombres de algunas de las campañas lanzadas estos días para luchar contra este cáncer social, que se aviva en la festividad del Aid el Fitr, que marca el fin del ramadán.

A estos movimientos se une hoy una nueva iniciativa en las estaciones de metro para prohibir a los hombres que entren en los vagones de mujeres e impedir que las hostiguen en el espacio reservado para ellas. Consejos, caricaturas, fotos y vídeos sobre el acoso sexual han invadido las redes sociales como Facebook y Twitter en medio de llamamientos para instar a la gente a que salga a las calles para proteger a las chicas de los jóvenes y adolescentes que las persiguen.

Algunas jóvenes han llegado a proponer en internet una receta de una salsa picante que se puede rociar con un spray en la cara del acosador. Otras aconsejan pedir la ayuda de chicos en la calle para desnudar al acosador en público, con el argumento de que, de esta manera, el acoso sexual desaparecerá en dos semanas.

"Desafortunadamente, el nombre de Egipto está relacionado ahora con el acoso y no con las Pirámides ni con el Nilo"

La más significativa de las campañas lanzadas durante el pasado Aid han sido las cadenas humanas que formaron voluntarios, hombres y mujeres, delante de los cines, en las paradas de metro y en los parques populares para proteger a las chicas del acoso. "Para celebrar el final del ramadán, en el que se supone que la gente no fuma y se abstiene de ciertas cosas, algunos jóvenes toman drogas blandas y eso les anima a acosar a chicas", dijo la directora del Centro Egipcio para Derechos de la Mujer (CEDM), Nehad Abul Qomsan.

La activista, cuyo centro ha elaborado estudios que muestran que el 91% de las egipcias ha sido objeto de acoso, atribuye también este fenómeno a la falta de policías en las calles y a la ausencia de leyes que castiguen a quienes lo cometen. "Desafortunadamente, el nombre de Egipto está relacionado ahora con el acoso y no con las Pirámides ni con el Nilo", lamentó Abul Qomsan. Por esta razón, muchos hombres salen a las calles para participar en las campañas sociales de protección a las mujeres, a juicio de esta abogada.

Del hostigamiento sexual no se salvan ni las mujeres que llevan "hiyab" (velo islámico que cubre el cabello) o "niqab" (velo que cubre toda la cara menos los ojos), cuyo número ha aumentado drásticamente en los últimos años.

Paradójicamente, la ola de acoso ha coincidido con una presencia creciente de la religión en la sociedad egipcia. "Las ideas equivocadas de algunos clérigos musulmanes, que consideran a la mujer como un trozo de carne que merece lo que le pase, animan a los adolescentes, sobre todo de los barrios marginados, a agredirlas", señaló Abul Qomsan. Para ella, reformar el discurso religioso de algunos jeques en las mezquitas es otro paso necesario para mejorar la imagen de la mujer y la lucha contra esa lacra.

Esto no quiere decir, puntualizó, que los esfuerzos de las ONG y los jóvenes en las redes sociales y en las calles contra el acoso hayan sido inútiles. "Antes definíamos el acoso sexual como un crimen en silencio, porque las víctimas no se atrevían a denunciarlo a la Policía o en público", dijo Abul Qomsan.

Jóvenes como Nancy Omar están decididas a acabar con ese sufrimiento que puede convertir salir a la calle en una experiencia traumática. Ella es una de las organizadoras de "Las chicas egipcias son una línea roja", que han creado la campaña "Detén al acosador" durante Aid el Fitr, en la que grupos de hombres y mujeres patrullaron una céntrica avenida cairota para defender los derechos de la mujer.

Vestidos con camisetas blancas y aferrados a pancartas, mientras un grupo tenía la misión de grabar en vídeo los casos de acoso, otro debía apoyar a las víctimas y otro acompañarlas a la comisaría para denunciarlo.

Su presencia hizo que muchos jóvenes se sumasen de forma espontánea a la iniciativa y finalmente alcanzaron su objetivo: no registraron caso alguno de acoso durante los tres días del Aid. Sin embargo, su lucha no ha terminado, como dice Omar. Ahora, pretenden que el acoso sexual sea recogido como un delito tipificado con un castigo específico, además de organizar campañas de concienciación en las escuelas.

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