Egipto celebra entre el lunes y el martes sus primeras elecciones presidenciales tras el derrocamiento en julio de 2013 del entonces presidente Mohamed Mursi, unos comicios en los que parte como favorito el exjefe del Ejército Abdelfatá al Sisi, que competirá por el puesto con el izquierdista Hamdin Sabahi.
El vencedor se convertirá en el segundo presidente electo de la historia del país, sólo por detrás del propio Mursi, si bien en esta ocasión las elecciones se celebrarán en un clima excepcional tras la declaración como grupo terrorista de la organización islamista Hermanos Musulmanes, la formación que ha contado con mayor respaldo popular en los comicios celebrados tras el derrocamiento en 2011 de Hosni Mubarak.
Está previsto que el recuento de los votos finalice el 28 de mayo y que los resultados oficiales sean anunciados el 5 de junio. Los egipcios expatriados ya han depositado sus papeletas entre el 15 y el 18 de mayo. Además, no será necesaria una segunda ronda debido a la existencia de dos únicos candidatos.
A pesar de que en un principio estaba previsto que las presidenciales se celebraran después de las parlamentarias, el presidente interino, Adli Mansur, modificó la 'hoja de ruta' y cambió el orden de los comicios.
Una de las principales diferencias de este proceso respecto al celebrado en 2012 será precisamente el número de candidatos. En 2012 concurrieron un total de trece personas, entre ellas el propio Sabahi, que quedó en tercer lugar en la primera vuelta, así como Mursi y el exprimer ministro Ahmed Shafiq, que se disputaron el poder en una apretada segunda vuelta.
En esta ocasión, tanto Hermanos Musulmanes, que ha sostenido en reiteradas ocasiones que las autoridades interinas son ilegítimas y que Mursi sigue siendo el presidente del país, como el Movimiento Juvenil 6 de Abril, han anunciado su decisión de boicotear las elecciones, criticando duramente a Al Sisi por presentar su candidatura a las mismas.
El movimiento revolucionario --que mostró su oposición a la deriva autoritaria de Mursi-- ha protestado recordando que el Ejército prometió tras el golpe de Estado que no interferiría en política y que devolvería el poder a las autoridades civiles, a pesar de lo cual Al Sisi ha decidido renunciar a sus cargos para poder presentarse a los comicios.
Por ello, se espera que la participación en las elecciones sea relativamente baja ya que, a pesar de la campaña del Gobierno contra la formación islamista, su popularidad sigue siendo alta en la población y su boicot tendrá un importante impacto.
La figura de Al Sisi ha sido ensalzada en los últimos meses por el Gobierno y algunos sectores del país, que le han presentado como una figura con respaldo popular y con capacidad para encabezar los esfuerzos para estabilizar el país y devolver la seguridad en todo el territorio, en medio de los últimos ataques terroristas.
Asimismo, las constantes críticas de diversas ONG internacionales contra el Ejecutivo interino por sus medidas represivas contra los manifestantes y los opositores han empañado el proceso de transición.
Sin embargo, la represión se ha centrado en Hermanos Musulmanes, cuya cúpula ha sido arrestada y hace frente a múltiples cargos --su guía supremo ha llegado a ser condenado a muerte--. Asimismo, miles de miembros y simpatizantes de la formación han sido detenidos, condenados o asesinados en lo que el Gobierno ha descrito como operaciones de seguridad o antiterroristas.