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O GOLPISTAS O ISLAMISTAS

Egipto, un país dividido en dos

Egipto se asoma al abismo con un futuro muy incierto. Los analistas coinciden en que la salida de la crisis no es fácil. Los 30 años de férreo control del régimen de Hosni Mubarak terminan tras una primavera árabe que ha lleva al poder a los islamistas ahora derrocados por su propio Ejército. El mayor problema, sin duda, está en las calles con una sociedad dividida por la mitad y con posiciones aparentemente irreconciliables.

O con Mursi o con los golpistas. En Egipto hoy no hay más dónde alinearse. Un país muy diverso ha acabado dividido sencillamente en dos: los islamistas frente al resto de la población: musulmanes moderados, coptos y laicos.

Quienes han compartido rezos mientras habían esperado la caída de Mubarak, se han enfrentado ahora en su búsqueda de la democracia.

Los seguidores de Mursi han pedido la restitución de un mandatario elegido por las urnas. El resto le ha acusado de robar la revolución y prefiere someterse a los dictados de un Ejército que se ha negado a perder su poder.

La mayoría de los expertos ha coincidido: la división ha sido muy profunda. Las posturas, difícilmente reconciliables. Pero a ninguna de las dos partes les interesa una guerra civil.

La solución tardará en llegar, según los analistas. Pero los egipcios no son los únicos interesados por su futuro. El país es pilar de la estabilidad en el resto de la región.

Egipto, dicen muchos, ha vuelto a ser un estado autoritario en manos de un golpista. Otros ya han hablado de una segunda revolución. Los militares han prometido devolver el mando al pueblo reformando la constitución y convocando elecciones.

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