El capitán del crucero Costa Concordia triunfa como escritor narrando el naufragio

300 metros de longitud, 17 pisos de altura un gigantesto crucero de lujo volcado sobre unas rocas a pocos metros de la isla italiana de Giglio. El Costa Concordi se hundía el 13 de enero de 2012.

Eran las 10 menos cuarto de la noche. Su capitán, Francesco Schettino, tardó más de una hora en ordenar la evacuación. Aterrorizados, sus más de 4.000 pasajeros corrían a ponerse a salvo. El agua inundó salones, camarotes, todo.

Ese capitán que abandonó de los primeros el barco incumpliendo la normativa marítima, ha salido a flote. Lleva más de un año paseándose con su libro escrito con una periodista. Es un éxito de ventas oportunamente titulado 'La verdad sumergida' en el que niega cualquier responsabilidad a pesar de la bochornosa conversación mantenida con la autoridad marítima.

Schettino fue juzgado y se vieron en las imágenes grabadas cómo saltaba a un bote y se oyó su voz entrecortada por los sollozos.

Condenado a 16 años, sigue libre porque la sentencia no es firme, a la espera del dictamen del Tribunal Supremo italiano. "Mi único error fue no morir en el naufragio", escribe en su libro.

32 personas murieron y más de 60 resultaron heridas. Durante años el Costa Concordia permaneció en Giglio, como memoria visible del naufragio, hasta que por fin pudo ser desguazado.