Como ya se ha convertido en una tradición, el Papa ha celebrado los oficios del jueves Santo en una cárcel y ha destacado que el obispo debe ser "el que más sirva" en la Iglesia al reivindicar la "humildad" como una de las cualidades que deben tener los hombres de Iglesia.
"El obispo debe ser el que más sirva. Esta es una regla de la Iglesia, no hay que hacer el o humillar a los demás, siempre hay que ponerse en actitud de servicio", ha señalado el Papa durante la breve homilía que ha pronunciado en la misa celebrada en el Centro Penitenciario de Velletri (Roma, Italia).
Tras su locución, el Pontífice se ha despojado de las vestiduras propias de la celebración de la misa y ha comenzado con el ritual del lavatorio de los pies a doce detenidos:nueve italianos , un brasileño, otro de Costa de Marfil y otro de Marruecos. Una vez se han descalzado, el pontífice ha rociado el agua sobre los pies de cada uno de ellos y los ha besado.
El Papa ha destacado el gesto inédito de Jesús al lavar los pies y ha recordado que se trata precisamente de "un gesto que hacían los esclavos en aquel tiempo porque no había asfalto en las calles". "Jesús hace este gesto de esclavo y aconseja a todos que lo hagan", ha comentado.
En la homilía les ha instado a que entablen entre ellos una relación de "hermandad" basada en el "servicio" y no adopten la actitud de la "ambición" con la que se acaba por "patear al otro".
"La hermandad es siempre humilde. Es un servicio", ha dicho. Así les ha dicho que nadie debe "dominar" a nadie y que "el más grande debe servir al pequeño". "En la vida hay problemas pero estos tiene que ser algo pasajero", ha concluido el Papa.
En 2017, el Papa acudió a la cárcel de máxima seguridad Paliano, una fortaleza al sur de Roma, donde lavó a 12 presos, entre ellos tres mujeres y un musulmán. Era la única prisión en Italia en la que están recluidos miembros de la mafia que decidieron colaborar con la justicia para a cambio de una reducción de la pena, que son denominados "colaboradores con la justicia".
El año pasado, el Pontífice escogió la prisión central de Roma 'Regina Coeli' en la que visitó también la VIII Sección donde cumplen condena los presos que han cometido delitos de naturaleza sexual.