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Gesto sin precedentes.

El Papa Francisco llama a superar "controversias y malentendidos" entre católicos y protestantes

El Papa se ha sumado a los actos de conmemoración de los 500 años de la reforma luterana, la que dividió a los cristianos de occidente en católicos y protestantes. Primero ha acudido a una oración conjunta en la catedral de Lund. Después, ha firmado junto con el presidente de la Federación Luterana Mundial, Munib Younam, una declaración conjunta en la que se comprometieron a trabajar para que se acoja a los inmigrantes y en la que rechazaban todo tipo de violencia en nombre de la religión.

El Papa Francisco instó a los luteranos y a los católicos a mirar al pasado y "reconocer el error y pedir perdón", durante la oración conjunta que celebró en la catedral de Lund en el marco de la conmemoración de los 500 años de la Reforma protestante. Francisco llegó este mismo lunes a Suecia para participar en los actos de conmemoración del cisma tras la protesta de Martin Lutero en 1517 con la intención de celebrar las cinco décadas de diálogo entre las dos Iglesias y lanzar su llamamiento para la unidad de los cristianos.

"No podemos resignarnos a la división y al distanciamiento que la separación ha producido entre nosotros. Tenemos la oportunidad de reparar un momento crucial de nuestra historia, superando controversias y malentendidos que a menudo han impedido que nos comprendiéramos unos a otros", afirmó Francisco en la ceremonia de la catedral de Lund. Y añadió: "También nosotros debemos mirar con amor y honestidad a nuestro pasado y reconocer el error y pedir perdón: solamente Dios es el juez".

En la catedral luterana de Lund, antiguo edificio católico que desde la reforma en Dinamarca (1658) es patrimonio de los luteranos suecos, el Papa, representantes católicos y luteranos leyeron algunas peticiones para la unidad de los cristianos en una ceremonia en la que se intercalaron cantos y lecturas. Una de las lecturas fue a cargo de la arzobispa primada de los luteranos suecos, Antje Jackelen, primera mujer en este cargo y que se entrevistó con Francisco en el Vaticano el 4 de mayo de 2015.

Después tomó la palabra el papa argentino, que pidió a ambas Iglesias reconocer que la división "se alejaba de la intuición originaria del pueblo de Dios, que anhela naturalmente estar unido", y aseguró que fue "perpetuada históricamente por hombres de poder de este mundo más que por la voluntad del pueblo fiel". Aunque explicó que existe "una voluntad sincera por ambas partes de profesar y defender la verdadera fe", también reconoció que tanto católicos como luteranos se han encerrado en sí mismos "por temor o prejuicios a la fe que los demás profesan con un acento y un lenguaje diferente".

El Papa argentino, que en su etapa como arzobispo de Buenos Aires ya celebró varias reuniones ecuménicas con ortodoxos y protestantes, aplaudió que católicos y luteranos "han empezado a caminar juntos por el camino de la reconciliación".

Explicó en su discurso, que pronuncio en español, que "la separación ha sido una fuente inmensa de sufrimientos e incomprensiones", pero agrego: "También nos ha llevado a caer sinceramente en la cuenta de que sin él (Dios) no podemos hacer nada, dándonos la posibilidad de entender mejor algunos aspectos de nuestra fe". También reconoció que la Reforma llevada acabo por Lutero "ha contribuido a dar mayor centralidad a la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia".

Por su parte, el secretario de la Federación Luterana Mundial, el chileno Martin Junge, declaró: "Ante aquellas fuerzas centrífugas que siempre amenazan separarnos, quisiera llamarnos a que nos confiemos a la fuerza centrípeta del Bautismo". Y pidió la unidad y el diálogo ante "tiempos de gran fragmentación y marcada tendencia al conflicto" en los que "se imponen sectarismos, que llevan a individuos y comunidades a la alienación sin posibilidad de comunicarse".

Posteriormente, Francisco y el presidente de la Federación Luterana Mundial, Munib Younam, firmaron una declaración conjunta en la que se comprometieron a trabajar para que se acoja a los inmigrantes y en la que rechazaban todo tipo de violencia en nombre de la religión.

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