Escocia quedará automáticamente fuera de la Unión Europea y de la OTAN si gana el 'sí' en el referéndum sobre la independencia y deberá pedir la entrada en ambas organizaciones, que debe ser aprobada por unanimidad por los Estados miembros. La Comisión y el Gobierno escocés discrepan sobre el grado de dificultad que entrañaría este proceso.
El presidente del Ejecutivo comunitario, José Manuel Durao Barroso, ha avisado de que será "extremadamente difícil, si no imposible" que Escocia pueda reingresar en la UE tras su independencia ya que varios Estados miembros, entre los que ha puesto de ejemplo a España, podrían vetar la adhesión escocesa para no dar alas a sus propios movimientos separatistas.
"España se ha opuesto incluso al reconocimiento de Kosovo, por ejemplo, que hasta cierto punto es un caso similar", dijo Barroso en una entrevista a la BBC el pasado mes de febrero. "El proceso nunca sería fácil, plantearía muchas dificultades", insistió.
El presidente de la Comisión remitió en 2012 una carta al parlamento británico en la que expone la doctrina oficial de Bruselas sobre las consecuencias de la independencia de una parte del territorio de un Estado miembro. Esta doctrina data de 2004 y el Ejecutivo comunitario la ha esgrimido también para el caso de Cataluña.
"Si parte del territorio de un Estado miembro deja de ser parte de este Estado porque se convierte en un nuevo Estado independiente, los Tratados dejarían de aplicarse a ese territorio. En otras palabras, un nuevo Estado independiente se convertiría, por el hecho de su independencia, en un país tercero respecto a la UE y los Tratados ya no se aplicarían en su territorio", explicaba Barroso.
Si una Escocia independiente deseara formar parte de la UE, deberá pedir la adhesión, que debe ser aceptada "unánimemente" por los Veintiocho Estados miembros y sometida "a la ratificación de todos los Estados miembros y del Estado candidato".
El próximo presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, ya ha dejado claro que seguirá esta doctrina. "Uno no se convierte en miembro de la UE enviando una carta", resaltó al ser preguntado en julio por el eurodiputado de ERC, Josep Maria Terricabras, por cuál sería su reacción ante la posible independencia de Escocia y Cataluña.
En contraste, el ministro principal escocés, Alex Salmond, sostiene que una Escocia independiente podrá negociar su permanencia en la UE en un plazo reducido de 18 meses y alega que el mayor riesgo de salida es quedarse en Reino Unido, ya que el primer ministro, David Cameron, quiere celebrar en 2017 un referéndum sobre su permanencia en la UE.
"El Gobierno escocés reconoce que continuar siendo miembros de la UE requerirá negociaciones sobre las condiciones concretas. Es justo y adecuado. Pero estas negociaciones se completarán en el periodo de 18 meses entre un 'sí' en septiembre y el logro de la independencia en marzo de 2016", dijo Salmond durante un discurso ante el colegio de Brujas en abril.
En cuanto a la OTAN, el Gobierno escocés ha anunciado que en caso de independencia su intención es adherirse a la Alianza Atlántica como Estado libre de armas nucleares. El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, ha vuelto a repetir este lunes que una Escocia independiente debería lograr un apoyo unánime de los países miembros si quiere reingresar.
"Si un nuevo Estado independiente quiere ser miembro de la OTAN tendrá que solicitar su pertenencia. Y una solicitud tal será tratada exactamente de la misma manera que todas las solicitudes y, al final, requerirá el consenso, la unanimidad, para aceptar a un nuevo miembro de la Alianza", explicó en un coloquio en Bruselas.
Al margen de las diferentes interpretaciones, la victoria del 'sí' en el referéndum del jueves provocará un terremoto en la UE de consecuencias difíciles de predecir al poner en cuestión por primera vez las fronteras de los Estados miembros.