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CUESTIONADA POR MOVIMIENTOS FEMINISTAS
Una escuela prepara a las mujeres camboyanas para ser "la nuera perfecta"
Las normas que rigen el comportamiento de la mujer en el país incluyen estrictas habilidades domésticas y normas sociales.
Una escuela enseña a las mujeres camboyanas habilidades domésticas y normas sociales para ser buenas nueras, según antiguas normas que rigen el comportamiento de la mujer pero que empiezan a cuestionarse por movimientos feministas.
Entre pósteres de cocina y de frutas talladas, Chanvicheka Phan, una de las estudiantes, repasa algunas anotaciones de su cuaderno que indican como deberá respetar a su familia política y marido cuando esté casada.
A Phan, de 23 años, le preocupan sus suegros ya que "en Camboya son muy estrictos con sus nueras y les importa todo, te juzgan todo el tiempo por lo que tienes que estar atenta con todo lo que haces". Lim Mouly Ratana, la fundadora de la escuela Koun Brosar Srey (La Nuera), comenzó a dar clases de cocina en 2001 y, tras apreciar a través de sus estudiantes lagunas en la educación pública, decidió en 2009 convertir el curso en una preparación para el matrimonio.
"Puede darle a las chicas el conocimiento para solucionar problemas y también aprender la responsabilidad que tendrán cuando tengan una familia", afirma la profesora en su aula-cocina situada en un céntrico barrio de Phnom Penh. Sus materias incluyen tallado de frutas, repostería camboyana y occidental, cocina, costura, arreglos florales y parte del "Chbab srey" ("Normas de la mujer", en camboyano), un poema didáctico que algunos académicos datan de principios del siglo XIX. El "Chbab srey", junto a su versión para los hombres, el "Chbab proh", ha marcado los roles de género en Camboya desde su creación.
"Incluyo también las normas, pero solo las que considero importantes", aclara Lim Mouly Ratana consciente de la controversia que provoca el poema por sus connotaciones sexistas. El Gobierno retiró el "Chbab srey" del currículo escolar en 2007 a petición del ministerio de Asuntos de la Mujer, pero parte de su contenido aún se enseña en algunos colegios, sobre todo en zonas rurales.
"Oh hija mía, el maestro de la habitación es nuestro superior: ¡nunca confundas esto!", es una de las recomendaciones del texto, según la traducción de la académica australiana Trude Jacobsen. Para Jacobsen, que ha vivido de forma intermitente en Camboya desde los 14 años, el poema muestra un ideal de sociedad basado "en el privilegio del hombre y la sumisión de la mujer", según describió en un artículo académico.
Sin embargo, Lim Mouly Ratana considera que las reglas que desaconsejan a la mujer airear los problemas del hogar son útiles ya que "si hablamos con gente diferente el problema se hará cada vez más grande, y nuestra reputación cada vez peor". El fundador de la Red de Hombres Camboyanos, que aboga por el empoderamiento de la mujer, Chhay Kim Sore, valora el respeto como parte de la cultura tradicional jemer pero afirma que es necesario cambiar algunos valores.
"No enseñan a la mujer a ser independiente, no le enseñan a tener iniciativa y tomar decisiones, los padres o hermanos le dicen, tienes que hacer esto, y si no lo hacen significa que no les respetan, que no obedecen, eso esta mal", afirma el activista. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la violencia contra la mujer como una de las principales consecuencias de las diferencias de género en Camboya, según un informe publicado en 2015. El estudio indica que el 21 por ciento de las encuestadas por la OMS sufrieron violencia física o sexual por parte de su pareja y cerca de la mitad de ellas no se lo contaron a nadie.
Además solo el 6,5% lo denunció a la policía y un 2% buscó asistencia legal, lo que demuestra, según el informe, que "el sistema legal tiene poco que ofrecer en términos de protección o asistencia". Thavry Thul, una joven emprendedora camboyana que escribe un libro sobre el "Chbab srey" y el efecto de las diferencias de género, asegura que las normas tradicionales tienen que ser desafiadas. "Los hombres son de oro y las mujeres son de tela, no tienen valor", se lamenta Thavry citando parte de un dicho sobre la virginidad que predica que los hombres "pueden lavarse como el oro", pero las mujeres no.
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