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"¡La próxima vez en Jerusalén!", anunció la ganadora de Eurovisión
Eurovisión, arma de doble filo para Israel: ¿Se podrá celebrar el certamen en Jerusalén?
Tras el triunfo de Netta en Eurovisión, el primer ministro israelí aseguró que el certamen se celebraría en Jerusalén. Sin embargo, mientras que la diplomacia israelí se esfuerza en hacer reconocer al mundo su soberanía sobre toda la ciudad, la comunidad internacional no lo acepta. Además, se prevé un probable rechazo de los ultrarreligiosos judíos y el boicot de los pro-palestinos.
El triunfo de Netta Barzilai y su pegadiza 'Toy' (Juguete) en Eurovisión en Lisboa fue celebrado en Israel como un gran éxito del país, pero ha sido seguido por un reguero de problemas que hacen temer que el concurso no pueda celebrarse en el país. "¡La próxima vez en Jerusalén!", gritó una deslumbrante Netta tras hacerse en la capital portuguesa con el micrófono de cristal: una frase que recuerda una tradicional oración judía (el próximo año en Jerusalén), pero que no está aún claro que vaya a cumplirse.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, fue el primero en felicitarla y se apresuró también a prometer, exultante, "el próximo año en Jerusalén". El logro musical llegó en un momento en que la diplomacia israelí se esfuerza en hacer reconocer al mundo su soberanía sobre toda la ciudad, lo que la comunidad internacional no acepta. Israel recibió recientemente un espaldarazo en ese sentido de Washington, que reconoció Jerusalén como capital israelí y trasladó a ella su embajada en mayo, y pretende hacer extensiva esta actitud al resto de países.
Desde el primer momento, los organizadores no tuvieron tan clara esa decisión, y a los pocos días de celebrarse la final, su página oficial de Facebook advertía a los seguidores: "¿Estáis deseando ir a Eurovisión el próximo año?. ¡Nosotros también!. Pero no reservéis aún vuestros billetes: estad atentos a las informaciones sobre dónde y cuándo se celebrará".
La Unión Europea de Radiodifusión (UER), que huye de la utilización política del concurso, inició negociaciones con Israel y exigió que propusiese una ciudad "menos divisiva y controvertida". La principal oponente es la nacionalista ministra de Cultura y Deportes, Miri Reguev, que declaró que nadie puede dictarle a Israel dónde celebrar Eurovisión y dijo que debía hacerse en Jerusalén o fuera del país, dado que supone una gran inversión que debería utilizarse para promocionar la ciudad santa (y la soberanía israelí sobre ella). Reguev sufrió recientemente un varapalo tras impulsar que un amistoso de fútbol con Argentina que iba a jugarse en Haifa se trasladase a Jerusalén, lo que finalmente forzó la cancelación del partido tras una fuerte campaña del movimiento que pide el boicot cultural y deportivo al país, que también ha pedido que no se celebre Eurovisión en esta ciudad.
Tras la intervención de Netanyahu, Cultura dijo que el Gobierno será ajeno a la decisión, que deberá tomarla la Corporación de Radiodifusión Pública Kan. Finalmente, Israel propuso otras tres posibles sedes además de la controvertida Jerusalén: Eilat, urbe turística a orillas del Mar Rojo, y Tel Aviv y Haifa, ambas mediterráneas. Uno de los posibles productores del encuentro y enviado israelí a las últimas cuatro ediciones, Yoav Tzafir, señaló que "hay muchas formas creativas de honrar a Jerusalén incluso sin celebrar el evento allí" y recordó que "muchas ediciones no se celebran en las capitales".
Otro problema es el hecho de que el concurso deba celebrarse en un lugar en el que haya transporte público en viernes, algo que no ocurre en buena parte de las ciudades, puesto que este se interrumpe a media tarde del viernes por el inicio de la jornada sabática de descanso judía, que finaliza al caer la tarde del sábado y en la que para los más ortodoxos no se debe conducir, trabajar ni operar ningún aparato. "Eurovisión no es lo que era hace veinte años. Si no se permiten ensayos en viernes y sábado, no habrá Eurovisión en Israel. Esto es un hecho básico e unívoco", advirtió Tzafir, conocedor de los entresijos del popular concurso musical, que se celebró en Jerusalén en dos ocasiones, en 1979 y 1999.
Pero los problemas no se limitan a la ubicación, el más que probable rechazo de los ultrarreligiosos judíos y el boicot de los pro-palestinos, sino que también se extienden a la situación jurídica de Kan, a la que se permitió participar en Lisboa solo tras firmar un acuerdo que permitió su membresía temporal.
El problema está en la nueva ley de radiodifusión aprobada por el Gobierno que dividirá Kan en dos canales, uno dedicado solo a las noticias y otro al entretenimiento, una decisión que ha sido recurrida y que espera la luz verde del Tribunal Supremo. Si la corte permite el cambio, Kan dejaría de ser miembro de UER y debería pedir su readmisión, algo que es posible que no lograse, lo que le impediría ser anfitrión y participar en el concurso, informó el diario económico The Marker. El presidente de UER, Noel Curran, escribió recientemente a Kan advirtiendo que no tiene en su seno cadenas "que separen las noticias en una entidad diferente".
Netanyahu aseguró que el Gobierno actuará "de acuerdo a las normas de UER" y señaló que ha ordenado que se examinen "los aspectos legales", lo que podría indicar que, de producirse la escisión de las noticias, esta pudiera retrasarse un año para que el país acoja la próxima Eurovisión.
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