De momento, sólo han llegado a Filipinas la mitad de las ayudas comprometidas. Y eso significa que los avances conseguidos hasta ahora podrían peligrar. Los esfuerzos de las autoridades locales y de las ONG se centran, ahora mismo, en regenerar la actividad económica del país.
Los filipinos no olvidarán fácilmente el 8 de noviembre. Ese día, Haiyán arrasa las islas centrales de Filipinas, la conocida como región de Visayas. Las evacuaciones evitan numerosas víctimas. Aún así mueren más de 6.000 personas. La rápida intervención tanto nacional como internacional lleva agua y alimentos y consigue dar cobijo a quince millones de personas en un tiempo récord. Pero una vez superada la situación de emergencia, Filipinas teme caer en el olvido.
Si hay un apoyo internacional al plan de reconstrucción, que ha solicitado el gobierno de Filipinas, sí que veremos una región de Visayas recuperada en los próximos mes.
Ayuda que de momento se resiste. Solo ha llegado un 49 por ciento de lo prometido.
Aún así, mes y medio después, la situación mejora; además de reconstruir infraestructuras, ahora la prioridad es devolver a estas gentes sus medios de vida. En el caso de esta región, agricultura y pesca, escuelas y comercios empiezan a abrir sus puertas. Pero hay miedo a que esta pesadilla se repita.
Con 23 tifones de media al año, los filipinos jamás habían sufrido un fenómeno de tal magnitud. Los científicos responsabilizan al calentamiento global.
El tifón Hayán parece demostarlo, entonces es responsabilidad de toda la comunidad internacional para hacer una reducción de las emisiones de carbono y respetar los acuerdos de Kyoto.Las autoridades toman buena nota y han decidido reconstruir pensando en que ya es inevitable la visita de más tifones como Yolanda.
