Estados Unidos
Fractura total en el Partido Republicano de EEUU: ¿cómo resolverán la crisis inédita que ha paralizado el Congreso?
Nunca antes había sido destituido el presidente de la cámara de representantes, el tercer cargo más importante del país. Al republicano Kevin McCarthy le han echado sus propios compañeros, después de una moción promovida por el ala más 'trumpista' del partido.
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El ala radical del Partido Republicano que ha provocado la caída de su hasta ahora líder en el Congreso, Kevin McCarthy, le ha ofrecido el puesto a Donald Trump, que rápidamente ha contestado que él haría lo que fuera necesario por el país aunque muy pocos piensan que aceptará la oferta.
Aunque curiosamente no hace falta ser miembro del Congreso para convertirse en líder del Congreso, una razón inmediata para que Trump rechace la oferta es que ya está bastante ocupado con su campaña presidencial y, naturalmente, con su defensa legal en los, al menos, cinco procesos judiciales muy serios que tendrá por delante en los próximos meses.
Pero el ofrecimiento es una señal obvia de quiénes y por qué han dado el paso siempre radical de rebelarse contra su propio partido.
Kevin McCarthy había cometido días antes el pecado de pactar con los demócratas una prórroga de 45 días del presupuesto nacional. La alternativa hubiera sido que cerrara la administración federal o funcionaran solo los servicios esenciales -y se quedaran sin cobrar salario los funcionarios federales, incluido todo el ejército.
La razón es que, aunque los republicanos tienen mayoría en la Cámara de Representantes, los demócratas mantienen su mayoría en el Senado, que es la otra cámara que conforma el Congreso de los Estados Unidos.
Y para que cualquier ley se apruebe tiene que aprobarse en ambas cámaras. Es decir, hay que negociar.
El ala radical de los republicanos es decisiva
En el Partido Republicano el ala más radical no acepta rebajar sus exigencias, en este caso una reducción notable del gasto público y que se deje de financiar como hasta ahora la guerra de Ucrania.
En otras palabras, no acepta negociar, incluso si el precio es el cierre de la administración.
Esta ala radical es minoritaria pero sin ella, los republicanos se quedan sin mayoría en la Cámara de Representantes. Es decir, son decisivos.
Son además, los más fieles seguidores de Trump -ambos bandos son seguidores de Trump, el ala radical es, sencillamente, más hondamente seguidor.
Pero, en realidad, esto no va de Trump sino del peso creciente de este sector dentro del Partido Republicano.
Fue en 2009, poco después de la victoria de Obama, cuando en el espectro político a la derecha del Partido Republicano surgió el movimiento Tea Party y, poco después, su correlación en el Congreso con el llamado Freedom Caucus entre las filas del Partido Republicano.
Ese espectro ha funcionado en la práctica como un tercer partido.
Su peso ha sido tal que todos los líderes republicanos del Congreso han terminado siendo víctimas de sus exigencias: John Boehner, Eric Canton, Paul Ryan y ahora, el que más, McCarthy.
De algún modo, los republicanos encontrarán en los próximos días un nuevo líder en el Congreso.
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Lo que no está claro es que vayan a encontrar tan rápido su unidad interna ni las consecuencias que ello va a tener para su partido y para el país.
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