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Tan comedido como acostumbra y apoyando su discurso en la prudencia, François Hollande, ha dejado claro que aún es pronto para lanzar las campanas al vuelo. Esta victoria en la primera vuelta le convierte en el principal favorito para alcanzar la presidencia, sin embargo, el candidato socialista no quiere excesos de confianza a pesar de los pronósticos y las encuestas.

Sabedor de que la ventaja obtenida es mínima, Hollande ha pedido al electorado que continúe movilizándose por el cambio. Un cambio que el propio Nicolás Sarkozy trata de impedir a toda costa, minimizando su caída, al convertirse en el primer presidente de la República que no vence en la primera ronda camino de su posible reelección.

Los dos principales candidatos son conscientes de que, posiblemente y hasta el momento, la gran triunfadora ha sido Marine Le Pen, quien ha obtenido el mejor resultado de la historia para la ultraderecha francesa y su Frente Nacional, cosechando más del 18% de los votos. Hollande y Sarkozy saben que ahí se concentra parte de la llave del Elíseo.

No obstante, los sondeos auguran una ventaja de ocho puntos a favor del líder socialista frente al actual presidente. Un duelo en las urnas del que Europa, el resto de la comunidad internacional y los mercados no pierden de vista. Si finalmente, se confirmara el próximo 6 de mayo a François Hollande como el ganador de los comicios, la política económica de la Eurozona podría dar un giro. Hollande ya ha anunciado que si Angela Merkel no rebaja la austeridad ni tampoco toma medidas para estimular la economía, Francia no reificará el pacto fiscal.

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