David Beriáin y Roberto Fraile
Las grietas de la libertad de prensa
Cada vez que muere un periodista en acto de servicio, la libertad se resquebraja. Y ya son demasiadas grietas. Lo digo conmovida aún por el asesinato de David Beriáin y Roberto Fraile.
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Todavía conmovida por el asesinato de los compañeros David Beriáin y Roberto Fraile, solo una frase resuena en eco constante: cada vez que muere un periodista en acto de servicio, la libertad se resquebraja. Y ya son demasiadas grietas. Solo en el año 2020, murieron por ataques mientras trabajaban 59 periodistas en todo el mundo según datos de la ONU. En la última década, han sido cerca de un millar. El informe sobre la seguridad de los periodistas de Naciones Unidas revela que no hubo ninguna consecuencia en el 87% de los casos.
Denunciar las injusticias, las masacres y la impunidad de los agujeros negros del mundo es tan arriesgado como necesario
David y Roberto conocían los riesgos del periodismo más puro. Era su modo de vida: rastrear historias, viajar al lugar donde suceden, escuchar las voces de sus protagonistas y contarlas. Lo han hecho durante años en Irak, Libia, Siria, entre narcos en diferentes lugares de América Latina o contando historias como la de los hmong, una minoría olvidada que luchó junto a Estados Unidos en la Guerra de Vietnam. Historias que a menudo no son un fenómeno mediático, pero que alguien tiene que darlas a conocer.
Entender lo que pasa en el mundo que habitamos, por lejano que nos parezca, es vital para prevenir, estar alerta y saber contextualizar qué somos. Es una cuestión de humanidad. Denunciar las injusticias, las masacres y la impunidad de los agujeros negros del mundo es tan arriesgado como necesario. Como decía David Beriáin, “esta es una profesión en la que hay que aprender a mirar, porque no sabemos mirar”. No podría definirla mejor.
David Beriáin y Roberto Fraile huían de los egos y por eso para muchos son desconocidos
David Beriáin y Roberto Fraile huían de los egos y por eso para muchos son desconocidos y probablemente también lo fuera la historia que iban a grabar. Me atrevería a apostar que no iba a figurar en las listas de los documentales más vistos. La caza furtiva en Burkina Faso es un negocio que mueve millones. El marfil procedente de los colmillos de los elefantes se paga a unos 1.500 euros el kilo. El furtivismo amenaza a especies altamente protegidas en la zona, muchas veces para malvender la carne. Todo en un contexto de creciente inestabilidad, especialmente en los cinco últimos años a causa del aumento de las operaciones por parte de grupos yihadistas.
Hoy les lloramos como lloramos a Ricardo Ortega, un referente de la valentía y el rigor sin espectáculo
Hoy lloramos por David y por Roberto, como en su día lo hicimos por los otros compañeros asesinados. El último hasta ahora había sido Ricardo Ortega, uno de mis referentes y a cuyas crónicas acudo a menudo para tratar de empaparme de ese rigor, de esa valentía y de ese saber contar las cosas con objetividad y sin espectáculo. De David y de Roberto también nos queda su trabajo, tan necesario en la coyuntura histórica en la que vivimos y del que hay tanto por aprender.
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Sara Romero es jefa de Internacional de Antena 3 Noticias
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