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INSPIRADO EN EL CAFÉ "SOSPESO"
Una heladería solidaria de El Cairo cambia un helado por una sonrisa a los niños sin recursos
En esta Heladería Social de El Cairo, el cliente puede hacer feliz a cualquier persona desfavorecida que quiera disfrutar de este placer veraniego. "Aquí el que puede pagar, paga y aquel que no puede también disfruta de su tarrina".
Inspirado en el café "sospeso", tradicional de la ciudad italiana de Nápoles, el médico jubilado Ambrogio Manenti abrió en diciembre de 2015 esta solidaria heladería en el barrio de Maadi, que cuenta con unas partes acomodadas y otras más desfavorecidas.
"Vendemos el helado a 1,4 euros, dos bolas. Al mismo tiempo, en la tienda hay un árbol y si uno es muy generoso, puede comprar uno para sí mismo y otro lo pone en el árbol. Los niños de la calle pasan y, si hay helados en el árbol, les entregamos uno gratis", dice Manenti.
No solo los más pequeños se benefician de esta iniciativa, sino también personas mayores como Mona, una mujer viuda y sin familia que, algo avergonzada, agradece la labor del italiano y sus compañeros mientras saborea su helado gratis. "Me gusta mucho el proyecto porque hacen una buena obra, hacen el bien. Empatizan con la gente humilde que no tiene dinero", declara a Efe. Aparte del helado "sospeso", la labor solidaria de Manenti va más allá de las puertas de la Gelateria Sociale.
El italiano y sus cuatro jóvenes trabajadores egipcios recorren también las calles más pobres de Maadi para vender sus helados al más que módico precio de 90 céntimos. Cuando el calor da un respiro, lo hacen con un carrito al más puro estilo tradicional. Cuando no, se desplazan en coche hasta un punto donde saben que las decenas de helados desaparecerán en cuestión de minutos.
"Los que pueden pagarlo, lo pagan, los que pueden pagar menos, pagan menos y los que no pueden pagar nada, no pagan nada, pero todos lo tienen", explica Manenti. Después de muchos años trabajando en proyectos de desarrollo en varios países y tras alcanzar la jubilación, la conciencia de este médico italiano le impidió quedarse en casa sin construir una iniciativa acorde con sus principios sociales.
Justifica sus motivos para lanzar su proyecto en la creciente desigualdad que, según él, invade un mundo en el que "los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres". "Esperando cambios políticos y económicos, las ONG y los individuos pueden hacer sus pequeñas maneras para promover la igualdad. En este caso, con este pequeño proyecto, el objetivo es producir un helado bueno pero accesible a todos, no solo a los que pueden pagarlo".
Según el Índice de Desarrollo Humano publicado en 2015 por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, el 25,2% de la población egipcia vive por debajo del umbral de la pobreza. Este dato, junto con el resto que valora el PNUD, hace que Egipto ocupe el puesto 108 de 188 en el mundo, aunque pierde cinco puestos si esa tasa se ajusta por los niveles de desigualdad.
Con el objetivo de aportar su grano de arena para acabar con esos niveles de pobreza y de falta de igualdad, hace ocho meses, la tienda abrió sus puertas. Pudo hacerlo gracias a una campaña de micromecenazgo, a la recaudación de donaciones individuales conseguidas a través de la organización de actividades culturales y, sobre todo, a la aportación de Manenti, afirma. De la parte legal se encarga la ONG egipcia Waqfeyat Al Maadi Community Foundation, que apadrina el proyecto.
Mientras las aún pequeñas ventas consiguen alcanzar el punto de equilibrio del plan financiero de esta pequeña heladería, Manenti tiene la vista puesta ya en la siguiente sucursal, esta vez en la ciudad palestina de Gaza, "donde no todos son pobres, sino que también hay desigualdad".
Hasta allí exportará el "know-how" que ha implantado en El Cairo gracias a una formación realizada por una persona de su equipo en la Universidad del Helado de Carpigiani, en Italia. Ese método, basado en la técnica italiana y en crear sabores con los productos de temporada, lo han aprendido los cuatro jóvenes egipcios que trabajan con Manenti. Una de ellas es Yihad al Huseini Gaber, de 23 años, que destaca la parte solidaria de la iniciativa como lo que más le llevó para formar parte de la Gelateria Sociale.
"Puedo ver los efectos de lo que hacemos en la cara de la gente. Los niños pobres, las señoras mayores que vienen y cogen un helado gratis, incluso la gente normal que prueba nuevos sabores, ves sus ojos que brillan.Hacemos a la gente feliz".
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