Hungría ha cerrado este lunes su frontera a los refugiados y sólo tramitará peticiones de asilo de ciudadanos sirios con documentación, horas antes de que entre en vigor esta medianoche una draconiana legislación que establece penas de cárcel por entrar el país de forma ilegal.
El acto simbólico de esa política de mano dura ha sido la clausura de la puerta de entrada para decenas de miles de refugiados en los últimos meses: un espacio abierto en su alambrada meridional con Serbia por el que discurre una vía férrea utilizada como guía de quienes llegan procedentes de países como Siria, Irak o Afganistán.
El cierre de ese espacio se produjo de forma totalmente inesperada sobre las 16.30 (14.30 GMT), ya que muchos analistas consideraban que tendría lugar después de que entrase en vigor la normativa migratoria.
En cuestión de minutos el ambiente entre los refugiados cambió de forma radical, de los rostros cansados pero satisfechos por haber alcanzado Hungría a los gestos de desilusión de quienes venían un poco detrás y veían esfumarse el sueño de alcanzar la zona Schengen.
"Espero llegar cuanto antes a Austria, gracias a Dios que ya estoy aquí, apenas he descansado en los últimos días", declaró Abdalá, un joven iraquí que viajaba con su esposa y una niña de tres años, poco antes del cierre del paso fronterizo.
Las fuerzas de seguridad húngaras formaron un cordón policial en la frontera mientras se termina de fijar el portón en esa vía férrea, por la que no circulan trenes desde mediados de agosto.
Los agentes húngaros informaban allí a los refugiados de que debían dirigirse al punto oficial de entrada en Hungría, situado a un par de kilómetros, pero los medios locales señalan que sólo se aceptarán peticiones de asilo de ciudadanos sirios con documentación.
Cientos de refugiados han seguido andando en paralelo a la valla levantada por Hungría, y hoy vigilada por numerosos policías, algunos a caballo y con perros, y soldados armados con fusiles automáticos, con el apoyo de un helicóptero.
Preguntados desde el lado húngaro de la frontera, algunos refugiado dijeron que la alambrada no les parará. "Vamos a seguir la valla hasta encontrar otro hueco", gritó uno de ellos, mientras que otro decía: "Esto no me va a parar. He cruzado el mar para llegar hasta aquí".
En la frontera hay movilizados 4.300 soldados y es posible que mañana el Gobierno declare el estado de emergencia por la "migración masiva" y permita que los militares asuman de forma activa tareas de vigilancia.
Cierre de parte del espacio aéreo
Asimismo, el país ha anunciado este lunes el cierre de su espacio aéreo en una franja cercana a la frontera con Serbia para detener la masiva llegada de refugiados e inmigrantes a su territorio.
El cierre afectará a una franja que se extiende 20 kilómetros desde la frontera con Serbia hasta los 1.350 metros de altitud, según ha detallado el organismo encargado de regular el transporte de todo tipo en Hungría.
El objetivo es permitir que las fuerzas de seguridad y el personal sanitario usen con plena libertad el espacio aéreo húngaro para atender la crisis migratoria.
La medida entró en vigor el 10 de septiembre y estará en marcha hasta nuevo aviso, aunque sin afectar al tráfico internacional de pasajeros que ya estaba previsto.