El gabinete de Seguridad israelí, que dirige el primer ministro Benjamin Netanyahu, ha alejado la posibilidad de un alto el fuego humanitario al rechazar la propuesta de tregua presentada en El Cairo por el secretario de Estado de EEUU, John Kerry.
Nada más conocerse la noticia, la fuerza aérea y la marina israelíes comenzaron a bombardear de nuevo con gran intensidad Gaza, donde en 18 días de ofensiva han muerto cerca de 850 palestinos, en su mayoría civiles y de ellos unos 200 niños y 35 soldados israelíes.
Según el diario progresista "Haaretz", los miembros del Gabinete decidieron continuar con las operaciones bélicas mientras discuten la forma de enmendar la propuesta del jefe de la diplomacia estadounidense "para hacerla más favorable a Israel".
Hace dos días, el movimiento islamista Hamás se había mostrado favorable a un alto el fuego por razones humanitarias, bajo la premisa de proseguir con las negociaciones por separado con Israel para lograr una tregua.
Hamas precisó, no obstante, que cualquier acuerdo de alto el fuego está supeditado a que se acepten sus dos principales reivindicaciones: el fin del bloqueo económico y el asedio militar que Israel impone a la Franja y la apertura del paso de Rafah, que Egipto mantiene sellado desde hace un año.
El Gobierno israelí exige, por su parte, que el citado movimiento islamista se desarme, condición que su líder, Jaled Meshal, dijo que no se cumplirá mientras Israel siga armado.
Kerry llegó esta semana a la región con el mandato expreso del presidente estadounidense, Barack Obama, de poner fin a una ofensiva que arrancó el pasado 8 de julio.
Según un comunicado de la oficina de información militar israelí, el último de los uniformados caídos murió en un combate entablado cerca de una escuela de la ONU en el centro de Gaza, escenario de nuevos bombardeos.
En la nota se indica también que un grupo de milicianos palestinos lanzó varios proyectiles antitanque contra las tropas y carros blindados israelíes y causó también heridas a varios soldados más.
El pasado día 23 de julio, Israel disparó contra una escuela-albergue de la ONU -que había sido desalojada horas antes- en la zona de Deir el Balah, en el centro de la Franja, sin causar bajas.
17 personas, entre ellas tres trabajadores de la ONU, murieron en un ataque, atribuido a Israel, contra otra escuela de Naciones Unidas, durante combates en el norte de la Franja.
Los combates en la zona impidieron que un equipo de la ONU, en el que participaba un experto internacional, pudiera llegar a la escuela para inspeccionar las causas sobre el terreno.
"El objetivo de la visita el lugar era examinar la escena tras el incidente. Se le notificó previamente a las Fuerzas Armadas de Israel sobre la composición del equipo, la hora y el propósito", explicó el portavoz de la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos en la región (UNRWA), Chris Gunness.
Las repercusiones de la situación en Gaza se dejaron sentir con intensidad en Cisjordania con numerosas protestas en las que los palestinos rechazaron la invasión militar israelí de la Franja y en las que murieron cuatro personas.
Un portavoz de la policía israelí admitió que en uno de los incidentes en los que resultó muerto un joven palestino "podría estar involucrado un ciudadano israelí", aunque aseguró no poseer más detalles y adelantó que se había abierto una investigación sobre el caso.
Los servicios médicos palestinos informaron de que cuatro personas resultaron heridas de bala durante una marcha en Ramala de la misma naturaleza que trataba de alcanzar el cercano asentamiento judío de Bet El.