Joe Biden ha llegado a la Casa Blanca con la mascarilla puesta y con una estrategia "de tiempos de guerra" para combatir la pandemia del coronavirus. El presidente de Estados Unidos, en su primer día entero en el poder ha anunciado la obligación de cuarentena para los viajeros que lleguen al país desde el extranjero y la obligación de llevar mascarilla en los aviones.
"Han muerto más de 400.000 estadounidenses. Son más de los que murieron en la Segunda Guerra Mundial. Esta es una tarea de tiempos de guerra", dijo Biden durante un acto en la Casa Blanca.
Joe Biden ha advertido de que el número de fallecidos superará en Estados Unidos probablemente los 500.000 en febrero, y reconoció que a su Gobierno le llevará "meses darle la vuelta" a la situación. "A lo largo del último año, no pudimos apoyarnos en el Gobierno federal para que actuaran con la urgencia, la concentración y la coordinación que necesitamos, y hemos visto el coste trágico de ese fracaso", opinó Biden.
El reto de las vacunas
En dicha estrategia de guerra explicada en un plan de unas 200 páginas se acelera la manufactura, distribución y administración de las vacunas, y se quiere garantizar su acceso por parte de todos los estadounidenses sin discriminación y combatir el escepticismo de quienes no quieren recibir el inyectable.
El Gobierno federal planea colaborar con los estados para crear "todos los centros de vacunación que se necesiten", incluida la habilitación de estadios y centros de conferencias, según un resumen del plan.
Queda saber ahora si el Congreso aprueba su paquete de estímulo por valor de 1,9 billones de dólares, que incluye fondos significativos para combatir la pandemia pero no parece convencer del todo a la oposición republicana, que controla la mitad de los escaños en el Senado.