La rebelde Donetsk y el Gobierno de Ucrania se tomaron, en vísperas del Domingo de Resurrección, un respiro en su tensa pugna y en la operación antiterrorista declarada por Kiev en el norte de esta región minera.
"Mañana es una fiesta muy importante para nosotros. Hoy todo el mundo ha ido muy pronto al mercado para comprar la mejor carne, porque mañana hay que poner una buena mesa", dijo Eduard, que se levantó con los gallos para hacer la compra antes de ponerse al volante de su coche.
Tanto la Ucrania ortodoxa como la minoría católica, asentada sobre todo en las provincias más occidentales, celebran con gran fervor y cariño el último día de la Semana Santa, que coincide este año en los calendarios de las dos corrientes cristianas que conviven en este país.
El Ministerio de Asuntos Exteriores ucraniano confirmó la suspensión de la fase activa de la operación antiterrorista declarada en el norte de la región y centrada sobre todo en las ciudades de Slaviansk y Kramatorsk, bastiones de la protesta prorrusa y sus milicianos armados. El buen tiempo y también el derbi futbolístico que se jugó entre el Shakhtar y el Metallurg, los dos principales equipos de Donetsk, ayudaron a rebajar la tensión y aliviar la incertidumbre que sufre estos días el corazón industrial de Ucrania.
Este domingo se cumplen dos semanas desde la toma de la sede del gobierno regional de Donetsk y de la sede del Servicio de Seguridad de Ucrania en la ciudad de Lugansk, ambas ocupadas hasta el día de hoy por activistas prorrusos que exigen la celebración de un referéndum de autodeterminación para las dos regiones rusohablantes.
El Antimaídan de Donetsk, como se presenta a veces el movimiento popular que niega legitimidad a las nuevas autoridades ucranianas, la autoproclamada república y su brazo armado, autodenominado como la "Milicia Popular del Donbass" (región hullera), hacen caso omiso a las concesiones de Kiev y se mantienen firmes en sus demandas.
Exigen al Gobierno el desarme de grupos radicales como el Sector de Derechas, la liquidación del Maidán de Kiev -como se conoce la ciudadela que se levanta desde hace cinco meses en el centro de la capital ucraniana-, la dimisión de las nuevas autoridades y la convocatoria de un referéndum de autodeterminación de la región.
Mientras, el Gobierno ucraniano continúa cargando toda la responsabilidad de la crisis a Moscú e insiste, una y otra vez, que el Kremlin tiene en sus manos la llave para obligar a los prorrusos del sureste ucraniano a desalojar los edificios ocupados y deponer las armas.