Alemania podría tener ya al sustituto para Angela Merkel. Al menos, su partido ya ha elegido a su presidente. Armin Laschet, el primer ministro del estado más poblado del país, se ha convertido esta sábado por mañana en el líder de los cristianodemócratas. Se presenta como el candidato de la continuidad y podría convertirse en el próximo canciller.
A punto de cumplir los 60 años -el próximo febrero-, padre de tres hijos, católico y abogado, habría sido el claro favorito al puesto, por seguir la línea de la canciller y ocupar además una de las vicepresidencias del partido.
Su rumbo errático en la lucha contra el coronavirus en su "Land", el más afectado por el pandemia en la primera fase, le apartó de las consignas cautelosas de Merkel y le costó alguna reprimenda de la jefa del Gobierno.
A su favor jugó, sin embargo, haber incorporado a su equipo al ministro de Sanidad, Jens Spahn, quien en 2018 luchó sin suerte por la jefatura del partido. La pandemia ha convertido a Spahn en el miembro más omnipresente del equipo de Merkel y también en uno de los políticos mejor valorados del país.
La elección de Laschet posibilita una designación de Spahn como candidato conservador a las generales del 26 de septiembre. O que ceda el puesto al líder de Baviera, Markus Söder, mejor situado que Laschet en el aprecio del elector.
De rostro afable y tono conciliador, Laschet suele presentarse como un tipo familiar y consumidor de la serie policiaca "Tatort", la más popular del país y casi una señal de identidad para el alemán de a pie.
Representa, además, al "corazón minero" de Renania del Norte-Westfalia, un "Land" con 18 millones de habitantes y en el pasado feudo socialdemócrata. Hijo de un minero de Aquisgrán, creció en una familia de fuertes raíces católicas, dominante en su región.