Científicos alemanes realizaron pruebas en humanos sobre los efectos de las emisiones de gases del diésel a petición de fabricantes de automóviles, según han informado los periódicos locales 'Stuttgarter' y 'Süddeutsche', que siguen las revelaciones de un experimento donde monos inhalaron los humos de un Volkswagen Beetle diésel en 2014.
El experimento consistió en hacer inhalar dióxido de nitrógeno, el de los tubos de escape, a un grupo de 25 personas y una decena de monos durante días.
Las pruebas se llevaron a cabo en la ciudad alemana de Aquisgrán. Allí, en algún lugar de un campus reunieron a 25 personas: 19 hombres y seis mujeres.
Todos eran estudiantes sanos dispuestos a someterse a la prueba durante tres horas al día. Dicha prueba consistía en respirar dióxido de nitrógeno encerrados en una habitación. Este gas, que es el que emiten los tubos de escape de los coches, es altamente tóxico.
Antonio Aguilar, un profesor de la universidad CEU, asegura que este gas puede producir "daños sobre el sistema cardiovascular, sobre cerebro, pulmones...".
Los científicos llevaron a cabo este experimento también con un grupo de monos. Los metían en una cámara y les entretenían con dibujos animados con el fin de medir el efecto de este gas en conductores de camión, mecánicos o soldadores.
Sin embargo, el escándalo que estas pruebas han desatado en Alemania han hecho que las propias empresas automovilísticas califiquen los métodos de repulsivos.
Se trata de una nueva crisis en la principal industria alemana, obsesionada con demostrar que sus motores diésel son los menos contamintantes.