Miles de estudiantes y profesores, con apoyo de diversos sindicatos, tomaron este miércoles las calles de cientos de ciudades de Brasil contra la decisión del Gobierno de Jair Bolsonaro que congeló el 30 % del gasto en las universidades.
Las manifestaciones se sucedieron en las 27 capitales regionales y en pequeños municipios y mostraron el descontento estudiantil con una medida que el ministro de Educación, Abraham Weintraub, achacó a los "gobiernos anteriores", por la crisis económica en que han dejado al país. Mientras los estudiantes se manifestaban, en todos los casos de forma pacífica, Weintraub comparecía ante el pleno de la Cámara de Diputados, que la víspera decidió convocarle de urgencia para que explicara esa decisión, la cual justificó en la delicada situación fiscal del Gobierno.
En una acalorada sesión, en la que la oposición pidió a gritos su renuncia, el ministro también alegó que "el presupuesto de este año fue hecho por el Gobierno de Michel Temer", antecesor del presidente Bolsonaro, quien está en el poder desde el pasado 1 de enero. También argumentó que, por la parálisis que vive la economía, a su juicio también consecuencia de los "gobiernos anteriores", la recaudación fiscal ha caído durante el primer trimestre de este año, lo que ha obligado al Ministerio de Economía a reducir o congelar el gasto en todos los ministerios.
Según Weintraub, "la falta de certeza fiscal", generada por un crónico déficit en las cuentas públicas, solamente será superada una vez que el Parlamento apruebe una impopular reforma del sistema de jubilaciones propuesta por el Gobierno de Bolsonaro, con la cual se levantaría la decisión de congelar los gastos.
La diputada comunista Alice Portugal respondió con firmeza a esa afirmación y la calificó de "inaceptable chantaje" al Parlamento.
Durante la sesión, el ministro escuchó palabras muy duras de los diputados opositores, sobre todo después de que Bolsonaro, en una visita privada a Estados Unidos, dijera a periodistas brasileños que muchos de los estudiantes que salieron a protestar son unos "idiotas útiles" que "ni saben la fórmula (química) del agua".
El diputado Paulo Pimenta, del Partido de los Trabajadores (PT), fue uno de los más incisivos y protestó enérgicamente por esos calificativos, para afirmar que tanto el Gobierno de Bolsonaro como el propio ministro Weintraub "tienen vergüenza del pueblo brasileño y avergüenzan al pueblo brasileño". Los parlamentarios de la oposición, e incluso algunos de la base que respalda al Gobierno, criticaron la "cruzada ideológica" que le atribuyen a Bolsonaro, quien se ha comprometido a acabar con lo que califica de "marxismo cultural" que, a su juicio, domina todos los centros de educación superior.
En los primeros cuatro meses de su gestión, el área de educación ha sido un dolor de cabeza para Bolsonaro, quien en abril destituyó a su primer ministro de esa cartera, el colombiano Ricardo Vélez Rodríguez, quien se implicó en una seria de disputas internas entre las diversas tendencias de derecha que conviven en el Gobierno.
Weintraub, un economista liberal con vasta experiencia en el área financiera y escasa en el área de educación, también ha provocado polémicas desde que asumió el cargo, por su intención de reducir la inversión en humanidades y, más específicamente, en las facultades de filosofía y sociología.
En un tono más moderado, ante el pleno de la Cámara Baja reafirmó esa intención, y la justificó en la necesidad de dar mayor promoción a la educación técnica, a fin de que los jóvenes puedan estudiar profesiones y oficios "que den dinero". Además, según el ministro, "las ciencias sociales generan poca producción con impacto científico", a diferencia de las "ciencias de la salud, exactas, ingeniería o agricultura", las cuales promueven "el crecimiento económico" y "el empleo que precisa el país".