Papa Francisco
El médico que acompañó al papa Francisco en su momento más crítico: "Tuvimos que elegir entre dejarlo ir o probar todo"
Un médico del hospital Gemelli, que trató al papa Francisco, explica como vivió en uno de los momentos más complicados de su hospitalización.

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37 han sido los días que el papa Francisco ha estado ingresado en el hospital Gemelli de Roma. El motivo de la hospitalización fue una "infección polimicrobiana" que derivó en una neumonía bilateral. El 9 de febrero, el Pontifíce, de 88 años, estaba pronunciando la lectura de la homilía, que tuvo que abandonar por "dificultades en la respiración", comunicaba el Vaticano.
Hace más de un mes desde que la Santa Sede anunció el ingreso del Pontífice a través de un comunicado: "Esta mañana (14 de febrero), al término de las audiencias, el Papa Francisco ha ingresado en el Policlínico Agostino Gemelli para someterse a algunas pruebas diagnósticas necesarias y continuar en ambiente hospitalario su tratamiento para la bronquitis, que aún continúa". Durante su estancia en el hospital ha sufrido dos episodios muy críticos, que su médico recuerda como "terribles".
El diario italiano 'Corriere della Sera' ha publicado una entrevista realizada a Sergio Alfieri, médico del hospital Gemelli y quien acompañó, trató y cuidó al papa Francisco en uno de los momentos más complicados de su hospitalización.
"Sabía que podía morir"
Según cuenta Alfieri, el 28 de febrero fue la "primera vez vi lágrimas en los ojos de algunas personas a su alrededor. Aquellas que lo quieren, sinceramente, como a un padre". Ese día, el Pontífice sufrió un episodio de broncoespasmo, una contracción anormal del músculo liso que recubre los bronquios, lo que dificultaba su capacidad para respirar.
Se cumplían dos semanas desde que ingresó en el hospital, y explica que en ese momento los médicos supieron que el estado de salud "había empeorado aún más y que existía el riesgo de que no lo lográramos". El papa en todo momento era consciente de la situación y "sabía que podía morir", ya que siempre quiso que le contaran la "verdad sobre sus condiciones", explica el médico.
Aquella noche la recuerdan como "terrible", donde vieron al Pontífice sufrir y pensaban "que quizá no sobreviviera". "Tuvimos que elegir entre parar y dejarlo ir o forzarlo y probar todos los medicamentos y terapias posibles, corriendo el riesgo muy alto de dañar otros órganos". Finalmente, Alfieri tomó la decisión de intentarlo todo, después de que el médico personal del papa, Massimiliano Strappetti, le dijese "no te rindas".
"Durante días corrimos el riesgo de dañar los riñones y la médula ósea pero seguimos adelante, luego el organismo respondió a los tratamientos y la infección pulmonar mejoró", explica Alferi. Pero, al poco tiempo, mientras el papa comía, llegó "el segundo momento verdaderamente crítico" cuando de repente vomitó y lo aspiró.
Segundo episodio crítico: "Muerte súbita"
El médico recuerda que pensaban que no iban a conseguir mantener con vida al Pontifíce. Si no lo rescataban pronto existía "el riesgo de muerte súbita además de complicaciones en los pulmones que ya eran los órganos más comprometidos", subraya. Cuenta que "en el momento más difícil, (el papa) me cogió la mano durante unos minutos como buscando consuelo".
Durante su ingreso, Alferi ha destacado el buen humor e ironía de Francisco. Cuando se encontraba mejor, le pidió recorrer los pasillos del hospital, preguntándole si quería que cerrasen las puertas del resto de pacientes para tener un entorno más íntimo, "pero en lugar de eso, miró a su alrededor en busca de la mirada de los otros pacientes" y añade que una tarde "le entregó el dinero a uno de los colaboradores y ofreció pizza a quienes lo habían ayudado ese día".
Una mañana el papa Francisco le preguntó: "Sigo vivo, ¿Cuándo nos vamos a casa?". Ante los rumores sobre su muerte "siempre reaccionaba con su ironía habitual", explica Alferi. Ahora, durante su periodo de recuperación tiene que evitar contacto con grupos de personas o niños que puedan conducirle a un nuevo contagio. Prometieron "no desperdiciar el esfuerzo que habíamos realizado" y tomar precauciones. "Pero él es el papa, no somos nosotros los que podemos dictar el comportamiento", finaliza.
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